Cuando anunciaron que Yakuza: Like a Dragon iba a cambiar las peleas clásicas por un combate por turnos, muchos levantamos la ceja. Pero, ¿sabes qué? No tenían de qué preocuparse. Ryu Ga Gotoku Studio y SEGA lanzaron en 2020 un juego que respira todo lo que amamos de Yakuza: una historia que engancha, personajes que se sienten reales y ese mundo caótico y entrañable que invita a perderse en sus calles. El cambio en el combate no es un obstáculo, es una evolución. Y si aún no lo has probado, te estás perdiendo una joya. ¡Dale una oportunidad!
Un viaje inolvidable en Yakuza: Like a Dragon
La historia de Yakuza: Like a Dragon no solo se cuenta, se siente. Desde el primer momento, te pones en la piel de Ichiban Kasuga, un hombre forjado por la lealtad ciega hacia la familia Arakawa. Sin dudarlo, acepta cargar con un crimen que no cometió, convencido de que ese sacrificio será recompensado. Pero tras 18 largos años de encierro, el mundo que conocía se ha desmoronado. El clan Tojo ha desaparecido, su mentor Masumi Arakawa ha traicionado todo lo que defendían, y él… simplemente ha sido olvidado.
Este golpe no solo rompe a Ichiban, lo redefine. La traición y el abandono se convierten en el motor de un viaje desgarrador donde el dolor se mezcla con la esperanza. Ichiban no es el típico protagonista endurecido por la vida. Es un soñador, un hombre que aún cree en el bien, incluso cuando el mundo le da la espalda. Su optimismo desbordante lo convierte en alguien imposible de ignorar, y poco a poco, empieza a reunir a otros como él. Adachi, el expolicía caído en desgracia; Nanba, un exenfermero sin rumbo; y Saeko, una mujer que se rehúsa a ser víctima. No son simples aliados, son una familia nacida del despojo, unida por la confianza y el dolor compartido.
Pero Like a Dragon no se detiene ahí. Se atreve a poner sobre la mesa temas duros: la pobreza que carcome a los barrios bajos de Yokohama, la explotación laboral que destruye vidas, la discriminación que margina a los invisibles. Todo esto no es solo un telón de fondo, es parte de la lucha de Ichiban por encontrar su lugar. Cada giro argumental, cada traición y cada momento de vulnerabilidad se sienten reales, como cuando descubres el verdadero papel de Arakawa o te enfrentas al poder oculto que maneja Yokohama. Nada está puesto al azar.
La historia de Yakuza: Like a Dragon es un torbellino de emociones. Habla de lealtad, de dolor, de esperanza. De cómo levantarse cuando todo parece perdido. No es solo un juego de venganza, es un viaje de autodescubrimiento. Y cuando lo terminas, sientes que Ichiban no solo ha cambiado, tú también.
La jugabilidad de Yakuza: Like a Dragon sorprende con combates por turnos llenos de estilo y humor
Yakuza: Like a Dragon no solo se atrevió a cambiar el combate clásico por un sistema por turnos, sino que también amplió su mundo al llevarnos más allá de Kamurocho y Sotenbori, presentándonos Yokohama. Este cambio no es solo geográfico, también es una evolución en la jugabilidad. Ichiban Kasuga, nuestro protagonista, es un fanático de los juegos de rol, y ese detalle hace que el combate por turnos encaje de forma natural. Cada pelea se siente como una batalla épica salida de su imaginación.
El sistema de combate combina ataques básicos, habilidades especiales y los disparatados “Trabajos”, que permiten cambiar de clase para acceder a movimientos únicos. Desde ser un Chef que lanza cuchillos hasta un Breakdancer que machaca enemigos con pasos de baile, las opciones son variadas y divertidas. Las invocaciones también aportan su dosis de locura: ¿quién esperaba poder invocar a Nancy la langosta o pedir ayuda a un gallo gigante?
Pero aquí viene algo que no se puede pasar por alto: el minijuego de gestión de empresas. No es solo una distracción, sino una herramienta clave. Al hacer crecer la empresa de Ichiban, desbloqueas habilidades poderosas que facilitan enormemente el avance en la historia y consigues mucho dinero para mejorar las armas clave del juego, como el bate de héroe autoproclamado de Ichiban. Este sistema recompensa el esfuerzo.
Aunque el combate es adictivo, es cierto que hacia la mitad del juego puede sentirse repetitivo. Algunas peleas se resuelven simplemente usando las habilidades más fuertes. La interacción con el entorno, aunque existe, podría haberse aprovechado más. Golpear a un enemigo con una bicicleta es divertido, pero se siente limitado.
La exploración de Kamurocho, Sotenbori y Yokohama es un auténtico placer. Kamurocho sigue siendo ese barrio vibrante y lleno de vida nocturna, mientras que Sotenbori conserva su aire elegante y peligroso. Pero Yokohama… Yokohama es otra historia. Sus calles son enormes, repletas de actividades: desde cantar en el karaoke, jugar a los dardos, hasta carreras de karts o misiones secundarias que mezclan el drama y la comedia con maestría.
Los combates contra jefes son espectaculares, aunque, a partir del capítulo 11, el juego te obliga a farmear para superar picos de dificultad exagerados. Sin embargo, esa necesidad se reduce si aprovechas bien el sistema de trabajos y el negocio de Ichiban. Todo está conectado.
Yakuza: Like a Dragon es una combinación brillante de innovación y respeto por sus raíces. El cambio al combate por turnos, la integración de nuevos distritos y el impacto real de sus minijuegos hacen de esta entrega una experiencia única y totalmente recomendable.
Yakuza: Like a Dragon ofrece un apartado técnico impresionante que solo falla en situaciones muy exigentes
Yakuza: Like a Dragon entra fuerte en lo técnico. Ryu Ga Gotoku Studio se lució con los gráficos y el rendimiento general. Explorar Yokohama, Kamurocho o Sotenbori es una pasada. Las transiciones entre explorar, charlar o pelear son fluidas, y los tiempos de carga son bastante cortos, sobre todo en consolas de nueva generación.
Visualmente, el juego destaca. Los personajes están muy bien diseñados, con animaciones que transmiten emociones reales. Ichiban, con esa mezcla de ingenuidad y valentía, cobra vida en cada gesto. Y cuando toca pelear, el juego brilla. Las habilidades especiales son puro espectáculo. ¿Quién no se ha quedado embobado viendo a Ichiban lanzar ataques llenos de luces y efectos? Pero claro, tanta parafernalia a veces le pesa al rendimiento. En batallas con varios enemigos o en ataques cargados de efectos, como cuando invocas a Goro Majima, los FPS pueden caer un poco. Lo mismo pasa al caminar por zonas muy concurridas, como el barrio chino.
Yokohama está llena de vida. Desde los carteles luminosos hasta los transeúntes que siguen su rutina. Pero en lugares con mucha gente o efectos, el rendimiento baja un poco. No es algo constante, pero sí se nota.
La IA de los enemigos es cumplidora, pero a veces falla. En callejones estrechos o al moverse cerca de objetos, algunos enemigos se quedan atascados o no reaccionan bien. Son momentos puntuales, pero podrían haberse ajustado mejor.
A pesar de estos detalles, Yakuza: Like a Dragon ofrece una experiencia técnica sólida. Visualmente es espectacular, y salvo momentos muy puntuales, el rendimiento acompaña. Es un juego que sabe lucirse sin sacrificar demasiado la fluidez.
Yakuza: Like a Dragon logra combinar realismo y exageración en un mundo visualmente cautivador
Visualmente, Yakuza: Like a Dragon es una maravilla. Ijincho, está llena de detalles que hacen que caminar por sus calles sea parte de la experiencia. No es solo un escenario, es un personaje más. Desde los vibrantes colores de Chinatown hasta los callejones silenciosos del Distrito de Bares, cada zona tiene su propia personalidad.
La iluminación es otro nivel. Cuando cae la noche y las luces de neón reflejan en el suelo mojado, la ciudad cobra vida. Caminar por las avenidas principales o perderse en zonas como Koreatown es algo que te atrapa. Se siente real, pero también tiene ese toque exagerado que define a la saga.
Ichiban tiene un diseño que no pasa desapercibido. Ese traje burdeos y su peinado desordenado reflejan perfectamente su carácter: impulsivo, pero con buenas intenciones. Los personajes que lo rodean también tienen diseños que cuentan quiénes son sin necesidad de largos diálogos.
Y el toque de locura no falta. Las habilidades especiales son puro espectáculo. Golpes descomunales, explosiones de colores… todo es exagerado, pero encaja con el tono del juego. Esa mezcla de drama y humor absurdo es lo que hace tan especial a Yakuza: Like a Dragon.
Los interiores también están llenos de detalles. Los restaurantes, las tiendas y hasta los bares tienen su propio encanto. Cada espacio se siente único y contribuye a darle vida a Yokohama.
Visualmente, el juego sabe combinar lo realista con lo absurdo. Ese equilibrio es lo que hace que explorar Yokohama nunca se sienta aburrido.
La música explosiva y el doblaje en japonés hacen del apartado sonoro de Yakuza Like a Dragon una experiencia increíble
La música de Yakuza: Like a Dragon es pura dinamita. Cada combate es una fiesta de sonidos que te hace querer quedarte peleando solo por escuchar más. El juego mezcla rock, electrónica y ritmos urbanos para crear una atmósfera que te acelera el corazón. Temas como “Receive You” o “War Maker” convierten cada enfrentamiento en algo épico. No importa si estás luchando contra matones de poca monta o enfrentándote a un jefe, la música siempre te hace sentir que estás en el centro de la acción.
Pero si algo eleva la experiencia es el doblaje japonés. ¿De verdad vas a jugarlo en otro idioma? Ichiban Kasuga brilla con cada línea. Su voz transmite todo: su entusiasmo, su frustración, sus ganas de comerse el mundo. Los personajes secundarios no se quedan atrás, aportando carisma y profundidad. El doblaje japonés no solo añade autenticidad, hace que te creas cada palabra, cada grito, cada risa.
Los efectos de sonido también están bastante bien. Las calles de Yokohama suenan vivas: el murmullo de la gente, los coches pasando, el tintineo de las tiendas. Y en combate, cada golpe, cada estallido, está cargado de fuerza. Todo está diseñado para que sientas que realmente estás allí.
¿Quieres vivir Yakuza: Like a Dragon de verdad? Juega con las voces en japonés y siente cómo cada sonido te atrapa. No es solo un juego, es una experiencia que vibra en tus oídos.
¿Ha habido innovación en Yakuza: Like a Dragon?
Vale, hablemos claro. Cambiar el clásico combate de Yakuza por uno por turnos es algo que nadie se esperaba. Pasamos de romper caras en tiempo real a planear ataques como si estuviéramos en un RPG de los de toda la vida. ¿Funcionó? ¡Claro que sí! Y lo mejor es que no se siente forzado.
El truco está en Ichiban Kasuga. Este tipo vive en su propia película, convencido de que es el héroe de un juego de rol. Esa forma de ver el mundo justifica el cambio de combate y lo hace divertido. No solo luchas, sino que lo haces con estilo: trabajos que cambian tu forma de pelear, habilidades exageradas y ataques que parecen sacados de un anime.
¿Recuerdas cuando solo podías dar puñetazos? Pues ahora puedes ser un cocinero que fríe a los enemigos o un músico que anima al equipo. Y sí, también puedes llamar a una langosta gigante para que muerda a tus rivales. Esto no es solo por diversión, también suma estrategia. Aunque es cierto que podrían haberle metido más profundidad, no te vas a aburrir.
La apuesta fue arriesgada, pero funcionó. Like a Dragon conserva la locura, el drama y la acción de siempre, pero con un giro fresco. Es Yakuza, pero diferente.
¿Cuál es la duración de Yakuza: Like a Dragon?
La duración de Yakuza: Like a Dragon depende mucho de cómo decidas jugar. Si vas directo a la historia principal, te esperan entre 45 y 55 horas de juego. Suena bien, ¿no? Pero ojo, porque al llegar a Sotenbori, la cosa se pone seria. La dificultad pega un salto y el juego prácticamente te obliga a frenar y dedicar tiempo a farmear experiencia y mejorar tu equipo. Ese parón puede romper un poco el ritmo de la historia, sobre todo si buscas algo más directo. Pero si disfrutas de los desafíos, este momento se convierte en una buena excusa para explorar y mejorar.
Ahora, si eres de los que no deja nada pendiente, prepárate. Completar todo al 100% puede llevarte entre 90 y 100 horas, fácil. Y no es solo por las misiones secundarias. Aquí hablamos de sacarle el jugo a los minijuegos, subir todos los trabajos de Ichiban y su equipo, enfrentarse a la mazmorra del Sujidex o convertir la empresa de Ichiban en un imperio. La gestión de empresas no es un simple extra: avanzar en este modo desbloquea habilidades muy útiles para el combate, así que no es mala idea dedicarle tiempo.
Eso sí, algunas actividades secundarias pueden volverse algo repetitivas si intentas completarlas todas. Aun así, hay tanto por hacer en Yokohama que siempre encuentras algo que engancha, ya sea un combate complicado, una misión absurda o un minijuego que no sabías que necesitabas.
Yakuza: Like a Dragon se adapta a cada tipo de jugador. Si solo quieres la historia, tienes una aventura sólida. Pero si prefieres perderte en cada rincón y exprimir el juego al máximo, las horas se te van a volar.
Conclusión:
Yakuza: Like a Dragon no es solo un juego, es una experiencia que te agarra desde el primer minuto y no te suelta. Su historia está cargada de emoción, con giros inesperados y momentos que te harán reír, emocionarte y hasta reflexionar. La jugabilidad, aunque da un giro radical respecto a entregas anteriores, se vuelve más divertida y desafiante a medida que avanzas. Cada combate, cada decisión, cada locura que Ichiban y su equipo viven te mete de lleno en su mundo.
¿Tiene fallos? Claro, como cualquier juego. Pero son tan pequeños que ni los notarás cuando estés metido de lleno en esta aventura. Es un juego que se siente vivo, auténtico y lleno de corazón. Si alguna vez te has sentido atraído por los RPG o simplemente quieres vivir algo diferente, Like a Dragon te está esperando.
No lo pienses más. Dale una oportunidad a Ichiban y a su loca forma de ver el mundo. No te arrepentirás.
