Pues mira, Strider es uno de esos juegos que trae de vuelta una leyenda de los arcades, pero con un toque moderno. Fue desarrollado por Double Helix Games y salió el 18 de febrero de 2014. La distribución la llevó a cabo Capcom, los reyes de las franquicias retro. La verdad es que hicieron un trabajo sólido: mantiene la esencia del original, pero con gráficos y jugabilidad que se sienten frescos. No es perfecto, pero si eras fan de esos juegos de acción frenética en 2D, te aseguro que te hará sentir en casa.
Una historia superficial para justificar la acción frenética
La historia de Strider, la verdad, es bastante simple. Estamos en un futuro distópico donde controlamos a Hiryu, un ninja ciberpunk con una espada que corta como el viento, y la misión es cargarse al Gran Maestro Meio, un tirano de nivel galáctico que tiene la ciudad de Kazakh en un puño. Hasta ahí, suena a una típica película ochentera de acción, ¿no? Y esa es más o menos la vibra.
Lo bueno es que, dentro de su simplicidad, la historia va al grano. No hay largas introducciones ni un trasfondo complicado: te sueltan en medio de la acción y vas avanzando a base de espadazos, descubriendo lo justo para seguir motivado. Esa simplicidad funciona porque te mantiene siempre en movimiento, sin detenerte demasiado a pensar en por qué estás rebanando enemigos; simplemente lo haces porque Hiryu tiene una misión, y tú también. Además, ese estilo de contar la historia es perfecto para un juego donde lo que más destaca es la acción y la velocidad.
Lo malo es que si buscas profundidad, Strider te va a dejar con ganas. No esperes giros de trama ni un desarrollo profundo de personajes, porque no hay nada de eso. Hiryu es tan misterioso como siempre, y el Gran Maestro Meio es el típico malo de caricatura: poderoso, oscuro y con motivaciones bastante vagas de «conquistar el mundo». Entonces, si quieres algo más narrativo, te vas a quedar con las manos vacías.
Strider ofrece una jugabilidad frenética, pero con falta de variedad
Strider es una mezcla de adrenalina pura y nostalgia, y te lo digo desde ya: si lo tuyo es ir a toda pastilla cortando enemigos y esquivando balas, entonces Strider te va a encantar. Desde el primer minuto, el juego te lanza a la acción sin pedirte permiso. Hiryu se mueve como un rayo, y su espada, la famosa Cypher, corta tan rápido que es casi una extensión de él. Hay algo increíblemente satisfactorio en esa fluidez y en la precisión de cada movimiento.
Hiryu no solo corre, se desliza y salta por paredes como un auténtico ninja futurista, sino que también tiene un combate muy pulido. Atacar es tan rápido y preciso que, cuando entras en el ritmo, te sientes imparable. Además, el juego tiene un mapa tipo metroidvania, lo que significa que irás ganando habilidades nuevas para explorar áreas que antes no podías alcanzar. Y esto le da ese toque de exploración que mantiene el interés y te anima a querer descubrir hasta el último rincón de Kazakh.
Ahora, ¿qué hace mal? Pues mira, para empezar, puede ser repetitivo. Al principio, el frenesí de ataques y acrobacias es increíble, pero a medida que avanzas, te das cuenta de que no hay tanta variedad en los enemigos ni en los retos. Terminas enfrentándote a los mismos tipos de enemigos una y otra vez, y aunque al principio no molesta, después de un rato se siente como si estuvieras en una cinta de correr. Además, la dificultad es algo inconsistente: hay partes que te hacen sudar, y otras que sientes que el juego casi te está dando un paseo. Podrían haber balanceado eso mejor para mantener la emoción.
Y, aunque el mapa de estilo metroidvania es interesante, no tiene tanta profundidad como podrías esperar. No hay tantos secretos ni habilidades realmente importantes, y a veces se siente más como un toque extra que como un elemento clave de la experiencia. Tampoco esperes demasiadas opciones para personalizar o mejorar a Hiryu; es básicamente el mismo personaje desde el inicio hasta el final, con solo algunas mejoras puntuales.
Técnicamente, es decente, aunque debería haber mejorado ciertos aspectos clave para un juego de este tipo
El apartado técnico de Strider es interesante porque, aunque tiene sus luces y sombras, en general hace un buen trabajo en mantener el estilo y la fluidez. Vamos a lo bueno primero: gráficamente, el juego tiene un estilo que mezcla lo clásico con lo moderno. Las animaciones de Hiryu son fluidas, y el diseño de los escenarios futuristas tiene ese toque ciberpunk que hace que moverte por Kazakh sea visualmente atractivo. No es el juego más impresionante en cuanto a gráficos, pero el diseño de los escenarios y el estilo artístico mantienen la esencia del original, y le da una vibra muy característica.
Otra cosa que hace bien es la optimización. Strider corre como una bala en la mayoría de los sistemas; es uno de esos juegos que va como la seda incluso cuando la pantalla está llena de efectos, explosiones y enemigos. Si tienes un equipo decente, no deberías notar bajones de rendimiento, y eso es clave para un juego tan rápido. Aquí se nota que se esforzaron en mantener la experiencia fluida, y eso se agradece.
Los tiempos de carga en Strider, afortunadamente, son bastante rápidos. Esto es un alivio porque, en un juego donde todo va a velocidad ninja, lo último que quieres es quedarte mirando una pantalla de carga cada vez que cambias de zona o mueres. Es verdad que hay alguna carga aquí y allá, pero nada que rompa el ritmo. Así que en ese aspecto, nada de qué quejarse, cumple y se agradece que sea tan fluido.
Pero claro, no todo es perfecto. A nivel visual, aunque tiene buenos detalles, también se queda un poco plano en cuanto a variedad. Los escenarios, aunque están bien diseñados, se sienten algo repetitivos después de un rato, como si todos los lugares en Kazakh estuvieran cortados con el mismo molde. Hubiera estado bien ver más variedad o incluso algún cambio significativo en la ambientación.
La inteligencia artificial… aquí es donde la cosa se queda corta, y es de lo más flojito del juego, sinceramente. Los enemigos en Strider no son precisamente listos; la mayoría sigue patrones muy básicos y previsibles. Algunos enemigos van directos hacia ti sin pensar, y otros se quedan casi plantados esperando que los cortes en pedazos. En un juego tan dinámico, un poco más de desafío o variedad en el comportamiento de los enemigos habría sido un plus enorme. Es raro, porque a veces el juego te lanza hordas de enemigos como si quisiera hacerte sudar, pero cuando les pillas el truco, te das cuenta de que no tienes que pensar mucho para derrotarlos.
Un diseño artístico fiel a su versión arcade, aunque con falta de vida
El diseño artístico de Strider es uno de esos aspectos que intentan equilibrar lo nostálgico con lo moderno, y, sinceramente, creo que lo logra a medias. El juego tiene un estilo visual que respeta muchísimo la esencia del clásico. Hiryu se ve increíble con su traje de ninja futurista, y esa espada Cypher con sus efectos luminosos es un gustazo de ver. Cada movimiento y ataque tiene un toque visual que resalta sin abrumarte, y eso ayuda a mantener la acción clara incluso cuando la pantalla está llena de enemigos.
Los escenarios también tienen su mérito. Todo tiene ese rollo distópico y futurista, con rascacielos metálicos, instalaciones llenas de maquinaria y una vibra ciberpunk que te mete en el mundo de Strider. Además, el uso del color es acertado: tonos oscuros con contrastes brillantes para destacar a Hiryu y las zonas importantes del mapa. Es funcional y atractivo, sobre todo si te gusta el estilo de los juegos retro renovados.
Aunque los escenarios se ven bien, se sienten súper monótonos. Hay variedad en el diseño, pero no la suficiente como para que cada área destaque por sí sola. Terminas sintiendo que estás corriendo por pasillos que ya viste, solo con pequeños cambios. Le falta esa chispa para que cada zona tenga identidad propia, algo que otros juegos del estilo sí logran. Y siendo sinceros, el diseño de algunos enemigos es un poco genérico, especialmente los soldados y robots básicos, que no destacan ni visual ni temáticamente. Hubiera estado bien ver enemigos más creativos que encajaran mejor con el mundo de Hiryu.
Otra cosa que me falla un poco es que, aunque el estilo ciberpunk está presente, no lo exploran a fondo. Hay detalles futuristas aquí y allá, pero nada que realmente te sorprenda o te haga decir «Wow, este lugar es increíble». Es como si el diseño artístico estuviera jugando seguro, sin arriesgarse demasiado.
El apartado sonoro de Strider deja mucho que desear
El apartado sonoro de Strider… pues, mira, no está mal, pero tampoco es algo increíble. Es como una banda que hace bien su trabajo, pero no mete ningún hit que te quieras llevar a casa. Empezando por lo bueno: los efectos de sonido son sólidos. Cada golpe de la Cypher, cada explosión, y el sonido de los enemigos al caer están bien logrados y encajan perfectamente con la acción. El zumbido característico de la espada de Hiryu tiene ese toque satisfactorio que te hace sentir el impacto de cada golpe. Además, los sonidos ambientales aportan lo justo para sumergirte en el mundo futurista sin robar protagonismo a la acción.
Sin embargo, donde flojea un poco es en la música. No me malinterpretes, cumple su función y encaja con el estilo del juego, pero no es memorable. Tienes esas melodías electrónicas y frenéticas que intentan mantenerte en el ritmo de la acción, pero cuando apagas el juego, probablemente no recuerdes ninguna de ellas. Y eso es un poco triste, porque los juegos de esta naturaleza suelen brillar cuando tienen una banda sonora que se queda contigo. Aquí, la música está para acompañar, pero no para destacar.
Otro detalle es que el diseño sonoro no siempre está bien balanceado. A veces los efectos de sonido son tan prominentes que la música queda relegada al fondo, casi como si estuviera ahí por compromiso. Y si el juego tuviera piezas musicales realmente potentes, sería un crimen dejarlas así de escondidas. Además, los diálogos o líneas de los enemigos y jefes son bastante genéricos y no aportan mucho a la experiencia. Un poquito más de creatividad aquí hubiera dado más personalidad al juego.
¿Ha habido innovación en Strider?
La innovación en Strider, tanto en el arcade clásico como en el remaster de 2014, es un tema interesante. Es como mirar dos épocas distintas del gaming y ver qué aportó cada una.
Primero, hablemos del arcade de 1989. Ese juego fue una bomba en su momento, y no es exageración. ¿Por qué? Porque tenía una jugabilidad que era puro espectáculo. En un tiempo donde los juegos de plataformas eran bastante básicos, Strider metió un ritmo endiablado, animaciones fluidas, y ese rollo acrobático de Hiryu que lo hacía sentir como un ninja de otro nivel. Además, los escenarios eran enormes para la época, y tenían un diseño vertical que rompía con lo típico de «ir solo hacia la derecha». Era rápido, dinámico, y con un estilo visual que se te quedaba grabado. Vamos, que no inventó la rueda, pero sí le puso luces de neón. Fue innovador en cómo te hacía sentir parte de una película de acción futurista, algo que pocos juegos lograban en esos años.
Ahora, pasemos al remaster de 2014. Aquí es donde la innovación es más discutible. No voy a mentir: este Strider no inventa nada nuevo. Más bien, toma la base del clásico y la actualiza con mecánicas modernas, como el estilo metroidvania y un diseño de niveles más abierto. ¿Es eso malo? Para nada, porque la jugabilidad se siente genial y el juego fluye como agua. Pero si hablamos de innovación, este título no lo tiene. Es más un homenaje al original que una reinvención de la fórmula.
En pocas palabras, el arcade de Strider sí fue innovador para su época, con mecánicas y un diseño que destacaron entre sus contemporáneos. El remaster de 2014, en cambio, no trae nada revolucionario, pero hace un buen trabajo en revitalizar la experiencia para una nueva generación. Es más un tributo que una propuesta innovadora, pero cumple con creces lo que intenta hacer.
¿Cuál es la duración de Strider?
Si vas a saco, directo a por la historia principal, sin pararte demasiado en explorar o buscar cosas extra, puedes acabar el juego en unas 5 o 6 horas. Sí, no es muy largo, pero piensa que está diseñado para ser una experiencia intensa y rápida, como un golpe ninja. En ese plan, te centras solo en avanzar y derrotar al Gran Maestro Meio, saltándote las zonas secundarias y yendo al grano. Y oye, para un par de tardes de acción frenética, está bien.
Ahora, si eres de los que no pueden evitar curiosear por cada rincón y quieres conseguir todos los coleccionables, desbloquear habilidades extra y explorar todo el mapa, entonces la duración sube un poco. Estamos hablando de unas 8 o 9 horas, dependiendo de lo meticuloso que seas. Los coleccionables son más bien cosméticos y mejoras menores, así que no esperes un gran cambio en la jugabilidad, pero sí añaden un poco más de contenido para los completistas.
El problema es que, aunque el mapa tiene ese toque metroidvania, no es tan grande ni está lleno de sorpresas como otros juegos del género. Por eso, incluso buscando todo, no vas a estar explorando durante días. Eso sí, si disfrutas del gameplay puro y quieres sacarle el máximo jugo, puede que incluso rejugarlo sea divertido, aunque no hay mucho incentivo más allá de sentirte un ninja pro.
Conclusión:
Mira, Strider no es un juego que venga a revolucionar nada, pero tampoco creo que lo pretenda. Es como esa película de acción que sabes que no va a ganar un Oscar, pero que la disfrutas porque cumple con lo que promete: acción frenética, un protagonista que se siente poderoso, y una experiencia que, aunque breve, te deja buen sabor de boca.
La jugabilidad es su mayor fortaleza: rápida, fluida y con un ritmo que te engancha desde el primer minuto. Además, el diseño artístico y los efectos visuales, aunque no son de otro mundo, mantienen el espíritu del original con un toque moderno que le sienta bien. Y oye, los tiempos de carga casi inexistentes ayudan mucho a mantener la adrenalina en su punto.
La inteligencia artificial deja que desear, con enemigos que no te ponen un verdadero reto fuera de los jefes principales. La historia es funcional, pero simplona, y el apartado sonoro cumple sin destacar, especialmente la música, que no deja huella. La duración, aunque aceptable para lo que es, puede quedarse corta si buscabas algo más completo, y el mapa metroidvania se siente un poco superficial, como si lo hubieran metido más por moda que por necesidad.
Entonces, ¿es un buen juego? Sí, dentro de su categoría. Si buscas algo directo, con acción pura y sin demasiadas complicaciones, Strider es perfecto para pasar un par de tardes intensas. ¿Es un juego increíble o imprescindible? No realmente. No tiene la profundidad o el impacto de otros títulos similares, pero tampoco es mediocre. Es un buen homenaje al clásico arcade, actualizado para los tiempos modernos, pero sin arriesgarse demasiado.
Es como ese amigo que siempre cumple con los planes, pero nunca sorprende. Sabes que puedes contar con él para pasar un buen rato, pero tampoco te va a dar la aventura de tu vida. Así que, si te gusta la acción rápida y no te importa que sea un poco corto y predecible, Strider merece la pena. Pero si buscas algo más innovador o profundo, quizás quieras mirar en otra dirección.
