Spider-Man: Remastered es la versión mejorada del aclamado juego de Insomniac Games, lanzado originalmente en 2018 para PS4 y remasterizado en 2020 para PS5 y PC. Más que un simple lavado de cara, esta edición pule lo que ya era uno de los mejores juegos de superhéroes jamás creados.
En este análisis vamos a repasar de forma crítica su historia, jugabilidad, apartado técnico, misiones secundarias y algunos detalles especiales como el control de MJ y Miles. Sin adornos ni humo: lo bueno, lo malo y lo que realmente se siente al ponerse la máscara.
¿Preparado para balancearte entre lo épico y lo mejorable? Vamos a ello.

Una historia que atrapa más que las telarañas de Spidey
Lo primero que te deja claro este juego es que no es una origin story. Nada de “me picó una araña, lloré por el tío Ben y me puse a saltar edificios”. Aquí Spider-Man ya lleva años en el curro. Es un Peter Parker veterano, con las telarañas bien domadas, y eso se agradece muchísimo. El juego parte de la base de que ya sabes quién es Spidey, y se enfoca en mostrarte cómo es ser él cuando la novedad ya pasó y la responsabilidad no se va nunca.
Ves cómo Peter lucha por equilibrar su vida: el curro, las relaciones personales, su responsabilidad como superhéroe… todo eso sin que se sienta forzado. No es el Spider-Man perfecto. Mete la pata, pierde cosas, se frustra. Y eso lo hace más humano que nunca. También hay mucho foco en personajes secundarios clave, como Otto Octavius MJ, y el joven Miles Morales, que empieza a asomar tímidamente en este universo.
Uno de los grandes logros de esta historia es cómo construye las relaciones. No se limita a los clichés. Hay conversaciones naturales, evolución emocional, y decisiones que tienen peso. Y lo mejor: la historia no se detiene cuando estás fuera de las cinemáticas. La ciudad reacciona, los personajes te mandan mensajes, se desarrollan eventos mientras tú estás por ahí parando atracos. Se siente viva.
Eso sí, no es perfecta. Hay momentos en los que te ves venir lo que va a pasar a kilómetros. No es que el guion sea flojo, es que bebe mucho del estilo clásico de cómic y del cine de superhéroes. Y eso implica que hay ciertos arcos que ya conoces si eres fan del personaje. Pero aún con esa previsibilidad, lo hace tan bien que te engancha igual. Porque aunque sabes hacia dónde va, lo que importa es cómo te lleva.
Balanceo de ensueño, combates de postureo
Si hablamos de sensaciones puras, Spider-Man: Remastered te hace sentir el auténtico Spider-Man mejor que ningún otro juego antes. Balancearte por Manhattan no solo es divertido, es hipnótico. Da igual si tienes un objetivo o simplemente te apetece dar vueltas como un loco, el sistema de movimiento es una maravilla de la física arcade. Preciso, fluido, y tan satisfactorio que moverte de un punto a otro es casi mejor que completar las misiones.
El sistema de combate también entra como mantequilla al principio: es rápido, espectacular y muy inspirado en el de Batman Arkham, pero con el añadido del frenetismo acrobático que define a Spider-Man. Combinas golpes, esquives perfectos (que activan contraataques chulísimos) y gadgets de todo tipo para desatar el caos. Sobre el papel suena brutal… y durante las primeras horas lo es.
Pero a medida que te vas asentando en el juego, empiezan a asomar las costuras. El combate, aunque bueno, tiende a volverse monótono si no haces el esfuerzo activo de variar tu forma de pelear. Y aquí está el verdadero problema: el propio diseño del juego NO te exige que uses toda la artillería que tienes disponible. Tienes un arsenal de gadgets muy chulos —telarañas eléctricas, minas de impacto, trampas, drones de combate— y montones de habilidades desbloqueables… pero sinceramente, en dificultad normal, puedes olvidarte de todo eso y reventar enemigos a base de combos básicos y esquives, sin despeinarte.
Salvo alguna pelea contra hordas grandes o en los desafíos más difíciles, nunca sientes que necesites usar tu arsenal de forma creativa. Puedes pasar medio juego sin tocar ciertos gadgets o habilidades y aún así ir sobrado. Eso le quita mucha estrategia potencial al sistema, que podría ser un espectáculo si el juego te empujara a aprovecharlo todo. Es como si te dieran una navaja suiza para abrir un paquete de galletas: sabes que tienes mil herramientas, pero con las manos te basta.
Además, los enemigos, aunque variados (unos llevan escudos, otros armas pesadas, otros vuelan), no te obligan realmente a adaptar tu estrategia más allá de esquivar un par de ataques especiales. No es como en otros juegos donde la variedad enemiga cambia tu forma de jugar en serio. Aquí es más bien un “ataca rápido, esquiva cuando parpadee el aviso, repite”.
Otro detalle: el sigilo está curioso pero es bastante básico. Es divertido usar telarañas para dejar colgados a los enemigos como jamones, pero no es precisamente un Metal Gear. Es un añadido simpático para no pelear siempre a saco, pero no tiene demasiada profundidad.


De salvar la ciudad… a ser repartidor de mochilas
En las misiones secundarias, aquí es donde el juego tropieza un poco. Hay variedad, eso sí. Desde rescatar rehenes hasta desactivar bombas, recoger mochilas con recuerdos del pasado de Peter o fotografiar lugares emblemáticos. Todo con un montón de guiños para fans del universo Marvel. Y eso mola.
El problema es que muchas de estas misiones se sienten recicladas. Tienen un diseño básico: ve al punto, haz lo de siempre, repite. No hay muchas misiones secundarias con historia real o con personajes memorables. Algunas tienen subtramas ligeras, pero no llegan al nivel de las principales. Los crímenes aleatorios, por ejemplo, al principio son emocionantes, pero luego son pura rutina.
Los desafíos de Taskmaster le añaden algo de picante, sobre todo si eres completista y quieres las medallas de oro. Pero pueden volverse frustrantes, porque el margen de error es minúsculo. Y eso puede quitarte las ganas de sacarlos todos.
Cuando Spider-Man se toma vacaciones, el sigilo entra en escena
Spider-Man: Remastered no solo va de balancearse como Peter Parker. También te mete en la piel de otros personajes como MJ y Miles Morales, y eso cambia bastante el ritmo del juego.
Empezando con MJ sus secciones son puramente sigilo, sin habilidades. Avanzas con cuidado, te escondes tras cajas, tiras objetos para distraer a guardias, y cruzas los dedos para que no te vean. Tiene un par de momentos tensos, como en el museo, donde la atmósfera se pone interesante, pero en general… se sienten como un bajón de ritmo.
En cuanto a Miles sus secciones jugables con él también son de sigilo, pero un poco más dinámicas que las de MJ. Tienes momentos donde hackeas cosas con el móvil para distraer o manipular el entorno, lo cual añade algo más de interacción. A nivel de ritmo, tampoco es lo más explosivo del juego, pero al menos sus secciones tienen una carga emocional potente. No estás solo escondiéndote: estás viendo el origen de alguien que va a ser importante.
Hay que decir que ambos aportan a la narrativa, sin duda. Le dan profundidad a los personajes, humanizan el universo del juego y ofrecen puntos de vista que enriquecen la historia. No son relleno gratuito. Pero jugablemente… son el punto más flojo. No porque estén mal hechos, sino porque están en un juego donde moverse como Spider-Man es TAN divertido, que cualquier cosa que no sea eso parece que frena la fiesta.
Si hubieran sido más dinámicos, con más variedad o tensión tipo Uncharted, podrían haber brillado más. Pero tal como están, cumplen su función narrativa y poco más.
Nueva York nunca había lucido tan de escándalo
El remastered se nota. A nivel gráfico, el juego luce espectacular. Reflejos en los cristales, efectos de luz y sombra muy logrados, una ciudad viva con tráfico, peatones, clima dinámico… Da igual si es de día o de noche, siempre se ve de cine. Los trajes de Spider-Man están modelados al detalle, con texturas que te hacen querer hacer zoom en modo foto solo para admirar el trabajo. Y ese modo foto, por cierto, es una pasada. Te permite capturar momentos que parecen sacados de una portada de cómic.
La inteligencia artificial… bueno, aquí flojea. Los enemigos no son precisamente genios. Te atacan por turnos y pocas veces sorprenden. El juego lo compensa con variedad de enemigos y gadgets para mantener el combate entretenido, pero no esperes una IA que te haga pensar mucho.
En cuanto a bugs, se nota el pulido. No es un juego roto ni de lejos. Algún que otro bug que no fastidia pero que hay que mencionar, como la IA chocando contra obstáculos, físicas que se vuelven locas si haces el tonto con las telarañas, pero nada que arruine la experiencia. Muy bien optimizado para lo que es.
Y la música… cumple muy bien. No es una banda sonora que te vayas a poner para estudiar, pero acompaña perfectamente. Sube cuando te lanzas desde lo alto de un edificio, baja en momentos íntimos, y tiene ese toque cinematográfico que te hace sentir que estás en tu propia peli de Marvel. No se roba el show, pero tampoco se queda atrás.


Conclusión final sobre Spider-Man: Remastered
Spider-Man: Remastered es un juego que entiende a su personaje y lo plasma de forma magistral. No se contenta con ser otro título de superhéroes genérico. Aquí hay mimo, cariño, y sobre todo, una jugabilidad adictiva que es difícil de superar. Tiene defectos, claro. No todos los aspectos son igual de pulidos. La historia es buena pero predecible, la IA podría ser más lista, y las misiones secundarias se sienten algo repetitivas. Pero cuando el juego acierta —y lo hace muy seguido—, acierta de lleno.

