Cuando hablamos de Resident Evil Zero Remastered, viajamos directamente al pasado oscuro de una de las franquicias más emblemáticas del survival horror. Lanzado originalmente en 2002 para la mítica GameCube, este título se posiciona como una precuela que intenta responder preguntas que, honestamente, no muchos nos habíamos hecho, pero que siempre se agradecen.
¿Y qué aporta realmente esta versión remasterizada? Principalmente, una excusa para revivir un clásico con gráficos pulidos, texturas más nítidas, efectos de iluminación renovados y controles ligeramente más amigables. Aunque, seamos sinceros, el esquema de manejo original era tan rígido como un zombie después de una noche fría, por lo que cualquier mejora es bienvenida.
Ahora bien, surge la pregunta inevitable: ¿realmente necesitábamos esta precuela o es Capcom exprimiendo sin pudor a su querida vaca zombi? Probablemente un poco de ambas cosas. Resident Evil Zero Remastered funciona tanto como un viaje nostálgico para veteranos, como una oportunidad para que los recién llegados entiendan mejor los orígenes del caos zombie.
Sea por nostalgia o simple curiosidad morbosa, esta remasterización tiene sus méritos, aunque no puede evitar sentirse, en ocasiones, como otro experimento de laboratorio de Umbrella: interesante, peligroso, y quizás no del todo necesario.

Precuela con buenas intenciones y guion de serie B
Narrativamente, Resident Evil Zero HD Remaster cumple su función: conectar los puntos que llevan al desastre de Raccoon City y dar algo de contexto sobre los orígenes del temido Virus-T. Sirve como prólogo funcional dentro del universo, ofreciendo algunas piezas que encajan con lo que ya conocíamos… aunque ninguna revelación que te vuele la peluca. Es más un apunte en los márgenes del cuaderno de Umbrella que un capítulo crucial en la saga.
El guion, por su parte, no destaca por su profundidad ni por su originalidad. De hecho, en más de una ocasión se siente como si los diálogos hubieran sido escritos durante una pausa del almuerzo. Todo es bastante predecible, con giros que ves venir desde la primera cinemática, aunque al menos cumple con llevarte del punto A al punto B sin perderte en el camino (ni en las alcantarillas).
Los protagonistas, Rebecca Chambers y Billy Coen, son un dúo interesante… en teoría. Ella es la novata brillante del equipo Bravo con cara de “¿qué hago aquí?”, mientras que él es el clásico tipo duro con pasado misterioso y tatuajes que gritan “soy peligroso pero con corazón”. La dinámica entre ambos tiene sus momentos, aunque el desarrollo individual de cada uno queda bastante superficial. No esperes una evolución de personaje digna de novela gráfica, pero al menos funcionan bien como equipo para empujar la historia.
En cuanto a la atmósfera narrativa, el juego intenta mantener la tensión, pero el miedo real—ese que te hace dudar antes de abrir una puerta—está en modo ausente. Hay encuentros intensos y algún que otro enemigo que te pone a sudar, pero el terror psicológico que definió a los primeros Resident Evil aquí está tan diluido como el café de hospital.
Momentos memorables, los hay, aunque son más contados que balas en el inventario. Algunas interacciones entre los protagonistas salvan la narrativa de ser completamente olvidable, pero también hay tramos que se sienten más como relleno que como parte vital de la trama. En resumen: la historia tiene buenas intenciones, pero no siempre logra dejar huella.
Mucho maquillaje HD para un terror que no muerde
Uno de los aspectos más destacados del Resident Evil Zero HD Remaster es, sin duda, su lavado de cara visual. Las texturas se sienten mucho más definidas que en la versión original de GameCube, con detalles mejor trabajados en escenarios, enemigos y personajes. El juego ha recibido un pulido gráfico digno de una buena crema antiedad, y aunque no llega al nivel de los remakes modernos, cumple con creces al actualizar el apartado visual sin traicionar el estilo clásico.
En cuanto al diseño artístico, Capcom hizo los deberes. El estilo sigue siendo coherente con el universo Resident Evil: oscuro, sucio, con rincones llenos de mugre y pasillos que no invitan precisamente a explorar. Cada zona —desde el tren hasta el centro de investigación— tiene su propia identidad visual y consigue mantenerte dentro de la atmósfera, aunque algunas secciones pecan de repetitivas. No es una obra de arte en cuanto a variedad, pero mantiene bien el tono enfermizo y decadente que esperamos de la saga.
Ahora, si hablamos del manejo de la tensión y el horror, ahí el juego se queda muy corto. Resident Evil Zero lo intenta, pero no lo logra con la fuerza de otros títulos. El ritmo narrativo y el backtracking constante le quitan mucha fuerza al suspense. ¿Hay sustos? No. ¿Hay tensión? A ratos. Pero no esperes el nivel de incomodidad psicológica del Remake del 1 ni la adrenalina pura del RE2 Remake. Aquí el terror es más ambiental que efectivo, y a veces se siente como si Capcom estuviera más preocupado por que admires el escenario que por hacerte saltar de la silla.


Jugabilidad clásica que hoy se siente como caminar en cemento
Si hay algo que define la jugabilidad de Resident Evil Zero, es su famoso sistema de control dual, también conocido como zapping system. La idea suena atractiva: manejar a dos personajes en paralelo, alternar entre ellos en tiempo real y colaborar para resolver puzles. Pero en la práctica… se convierte en una receta para el caos. No por difícil, sino por lo torpe que se siente en ciertos momentos. ¿Innovador en su día? Puede ser. ¿Divertido hoy? A veces. ¿Frustrante? Bastante más seguido de lo que uno desearía.
El problema no es tanto la mecánica en sí, sino lo mal que envejeció. La IA del compañero brilla por su pasividad, y la necesidad constante de gestionar a ambos personajes convierte lo que debería ser una experiencia fluida en un ir y venir constante de menús y decisiones triviales. Vamos, que terminas deseando dejar a uno encerrado en una sala solo para no tener que arrastrarlo por media mansión.
Hablando de arrastrar cosas: el manejo del inventario merece mención especial… por lo criminal que resulta. Aquí no hay baúles mágicos ni inventario compartido. Aquí hay dolor. Si se te llena la mochila, toca dejar objetos tirados por el suelo como si fueses el repartidor de Amazon con sobredosis de hierbas verdes. Y claro, luego toca volver atrás a recogerlos. Sí, es parte del realismo y del backtracking clásico, pero lo cierto es que interrumpe más de lo que aporta. Es como si el juego te castigara por atreverte a recoger una cinta de tinta más de la cuenta.
En cuanto a la dificultad, el juego mantiene una curva bastante razonable. No es imposible, pero tampoco regala nada. Los puzles son marca de la casa: absurdos pero entrañables, y los jefes, aunque pocos, ofrecen un desafío moderado… a veces más por el control o el inventario que por su diseño real. El backtracking, el ensayo y error, y la gestión de recursos siguen siendo parte del ADN, pero no siempre de forma divertida.
Ahora bien, si lo comparamos con mecánicas más modernas, Resident Evil Zero se siente como un coche clásico sin dirección asistida: bonito, pero duro de conducir. El control tanque sigue presente, aunque suavizado, y algunas decisiones de diseño simplemente no sobreviven al paso del tiempo. La experiencia es jugable, sí… pero claramente pensada para un jugador con paciencia, nostalgia, y algo de síndrome de Estocolmo con Capcom.
Una remasterización que cumple, pero no impresiona
En términos de rendimiento técnico, Resident Evil Zero HD Remaster hace lo que tiene que hacer… sin hacer mucho más. El juego está bien optimizado en la mayoría de plataformas, especialmente en PC, donde puedes empujarlo a resoluciones más altas sin que se inmute. Las versiones para consolas modernas (PS4, Xbox One) también ofrecen una experiencia fluida y estable, aunque no esperes ningún salto de calidad específico si lo juegas en una PS5 o Xbox Series X. Esto no es un remake con músculo: es una remasterización que hace su trabajo y se sienta a descansar.
Los tiempos de carga son razonables y bastante más rápidos que en la versión original, aunque siguen existiendo esas “transiciones clásicas” de puertas que se abren lentamente. ¿Están ahí por estilo o por tapar cargas? Da igual: siguen funcionando como elemento atmosférico, aunque hoy día se sienten más como pausa para ir por un café.
En cuanto a bugs y problemas técnicos, Resident Evil Zero HD es bastante limpio. No hay errores graves ni cuelgues generalizados. La estabilidad es buena y rara vez vas a sufrir una caída de frames o glitches visuales, algo que se agradece en una remasterización que, por diseño, no exige demasiado al hardware.
Eso sí, no esperes añadidos técnicos modernos como tiempos de carga instantáneos, mejoras sustanciales en los FPS o soporte nativo para nuevas tecnologías. Esto es más un port vitaminado que un trabajo meticuloso de reingeniería. Capcom limpió la cara al juego, pero no le hizo cirugía estética.


Efectos funcionales, música olvidable y doblaje con sueño
En el apartado sonoro, Resident Evil Zero HD Remaster es un ejemplo claro de “lo justo y necesario”. Los efectos de sonido cumplen su papel sin alardes. Los gruñidos de los enemigos, los disparos secos de la pistola, los pasos resonando en pasillos estrechos… todo está ahí, haciendo su trabajo. Pero si lo comparamos con títulos más recientes de la saga, se nota que este remaster no actualizó demasiado su motor de audio. Algunos efectos suenan reciclados, planos o simplemente viejos. No molestan, pero tampoco impresionan.
La ambientación sonora tiene momentos acertados, especialmente cuando el juego se queda en silencio y te deja solo con los sonidos del entorno. Ese zumbido leve, la madera crujiendo o un rugido lejano pueden crear tensión, aunque el impacto es irregular. A veces provoca algo de tensión. A veces parece que solo se olvidaron de poner música.
Hablando de eso: la banda sonora, tanto original como remasterizada, mantiene el estilo clásico de la saga, con temas ambientales sobrios, melancólicos o tensos según el momento. No vas a salir tarareando ninguna melodía, pero funcionan como acompañamiento discreto. Eso sí, le falta punch en momentos clave. Donde Resident Evil 2 Remake te revienta los nervios con cuerdas estridentes, aquí la música se limita a murmurar en el fondo como si no quisiera molestar.
En cuanto al doblaje, cumple, pero está lejos de ser memorable. Las voces en inglés (porque no hay doblaje al español) son aceptables, aunque algunas líneas suenan tan rígidas como los controles. Billy intenta sonar rudo y misterioso, pero cae en el cliché; Rebecca tiene más energía, pero también más diálogos de “chica en apuros” que de agente especial. En general, el doblaje se siente muy early 2000s, sin grandes interpretaciones pero tampoco actuaciones desastrosas.
¿Cuánto dura Resident Evil Zero HD Remaster?
En cuanto a duración, Resident Evil Zero HD Remaster no te va a secuestrar el calendario. La campaña principal dura entre 9 y 11 horas, dependiendo de tu experiencia con la saga y tu tolerancia al ensayo y error con el dichoso sistema de inventario. Es una duración correcta para un survival horror clásico, sin relleno innecesario, pero también sin mucha grasa que cortar. Eso sí, si decides explorarlo con calma y te gusta dejar cada esquina bien saqueada, puede estirarse un poco más.
¿Y qué pasa cuando terminas la historia? Aquí entran los modos adicionales, que son pocos, pero tienen su gracia. El más destacable es el modo Leech Hunter, una especie de desafío paralelo donde recorres el centro de entrenamiento recogiendo sanguijuelas azules y verdes (sí, como suena), en busca de una puntuación final que desbloquea recompensas. Este modo está bien si te gustó la mecánica principal del juego y te apetece un reto más arcade, aunque puede volverse repetitivo si no te va ese estilo de juego por puntuación.
También hay extras desbloqueables como trajes alternativos (nada que cambie la jugabilidad), armas con munición infinita y pequeños incentivos para los completistas. Pero seamos sinceros: una vez terminas el juego, la motivación para rejugarlo depende casi exclusivamente de tu nivel de nostalgia o tu deseo de exprimir hasta el último rincón del tren y el centro de investigación.
Conclusión final sobre Resident Evil Zero HD Remaster
Resident Evil Zero HD Remaster es una cápsula del tiempo: pulida por fuera, vieja por dentro. Lo mejor del juego está en su fidelidad al estilo clásico: esa ambientación opresiva, el backtracking marca de la casa, y la estética visual que, pese a sus años, ha envejecido con cierta dignidad gracias al remaster. También se agradece que mantenga el sabor original sin reinventarse innecesariamente. Para los puristas, eso es oro. Para los demás… puede ser plomo. Lo peor es, sin duda, el sistema de inventario arcaico, el control dual que a veces más molesta que aporta, y una narrativa que apenas aporta algo realmente nuevo o impactante al universo de Resident Evil. El terror está presente, pero más en forma de frustración logística que de auténtico miedo. En resumen, es un juego que no brilla, pero tampoco naufraga. Cumple, entretiene y respira nostalgia, aunque sin alcanzar los estándares que Capcom ha demostrado poder ofrecer con remakes más recientes.
