Cuando Mad Max salió el 1 de septiembre de 2015, muchos esperaban que fuera la adaptación definitiva del universo creado por George Miller. Avalanche Studios, conocidos por la saga Just Cause, fueron los encargados de darle vida al páramo, mientras que Warner Bros. Interactive Entertainment se encargó de publicarlo. Con la influencia de Mad Max: Fury Road aún fresca en la mente de los fans, la idea de recorrer un mundo abierto postapocalíptico con un coche armado hasta los dientes sonaba como una fantasía hecha realidad.
Pero, ¿cumplió con las expectativas o se quedó en chatarra reciclada? Mad Max es un juego de contrastes: espectacular en algunos aspectos, algo monótono en otros, pero con una esencia tan brutal y salvaje que resulta difícil ignorarlo. Así que ponte los guantes, arranca el motor y acompáñame en este análisis para descubrir si realmente merece un lugar en tu garaje gamer.

Una historia de venganza con sabor a gasolina
Mad Max nos sumerge de lleno en el despiadado páramo postapocalíptico inspirado en las películas de George Miller. Encarna a Max Rockatansky, un guerrero solitario que solo busca sobrevivir y encontrar un lugar de paz en las míticas Llanuras del Silencio. El juego presenta una historia original no basada directamente en ninguna película, aunque toma elementos del universo de Mad Max (veremos War Boys, Gas Town, etc.) para ambientar su mundo. Al inicio, un caudillo brutal del desierto le arrebata a Max su icónico Interceptor, dejándolo al borde de la muerte. A partir de ahí, Max se alía con Chumbucket, un excéntrico mecánico medio chiflado que venera los motores, para construir desde cero un vehículo definitivo: el Magnum Opus. Este coche será tanto su medio de venganza como su boleto de salida del infierno de arena.
La trama se desarrolla de forma sencilla y lineal (muy al estilo “viaje del héroe solitario”), centrándose más en la ambientación y el viaje personal de Max que en giros argumentales complejos. Aun sin entrar en spoilers, podemos decir que te encontrarás con los típicos enfrentamientos contra bandas salvajes, alianzas con supervivientes en fortalezas precarias y la constante motivación de recuperar lo perdido y mejorar tu máquina para sobrevivir un día más. No esperes una narrativa profunda o llena de diálogos extensos; aquí la historia es más contextual que cinematográfica, apoyándose en el lore del universo Mad Max y en la atmósfera desoladora para atraparte.


Adrenalina, persecuciones y golpes demoledores
La jugabilidad de Mad Max mezcla acción cuerpo a cuerpo, combate vehicular, exploración en mundo abierto y ligeros toques de supervivencia. El objetivo final de Max (y del jugador) es mejorar el Magnum Opus y a sí mismo para poder enfrentarse a cualquier peligro del yermo.
Empezando con el plato fuerte. La conducción se siente arcade pero con peso; al principio tu coche es una tartana oxidada, pero a medida que mejoras motor, suspensión y ruedas, se vuelve una bestia veloz y resistente. Con práctica aprenderás a hacer maniobras como derrapes controlados, giros bruscos para golpear costados enemigos, y utilizar el turbo sabiamente para cargar contra algún incauto. Pocas cosas son tan divertidas aquí como una persecución a toda velocidad por el desierto, esquivando minas y látigos incendiarios, para terminar saltando por una duna mientras el coche enemigo explota detrás de ti en una bola de fuego.
Cuando toca bajarse del coche y liarse a puñetazos, el juego ofrece un sistema de lucha “estilo Batman Arkham”, es decir, un esquema de golpes, contraataques y remates muy fluido y sencillo de ejecutar. Max reparte golpes contundentes con puños y armas improvisadas, y puede encadenar combos que activan un modo furia para hacer aún más daño. No es un sistema especialmente profundo, pero es brutalmente satisfactorio: los impactos se sienten contundentes y las animaciones de finishers son dignas de un salvaje del páramo. Si disfrutaste el combate de juegos como Batman: Arkham o Shadow of Mordor, te sentirás como en casa rompiendo huesos en el desierto.
En cuanto a la exploración, el mapa de Mad Max es bastante amplio y está dividido en regiones controladas por distintos señores de la guerra. Para revelar el mapa y los puntos de interés, Max puede ascender en globos aerostáticos (a modo de “torres de atalaya”) desde donde avistar lugares clave alrededor. Una vez identifiques sitios en el horizonte, puedes marcar en el mapa campamentos enemigos, puestos de francotirador, torres espantapájaros y más. Las actividades de mundo abierto incluyen asaltar campamentos de bandidos, abatir convoyes, desactivar campos de minas escondidas, competir en carreras mortales por el territorio, buscar reliquias históricas y saquear montones de chatarra esparcidos por el mapa. Cada región tiene un nivel de “amenaza” que se reduce conforme completas estas actividades, facilitando tus viajes por la zona. Aunque a la larga muchas de estas tareas se repiten con variaciones mínimas, en general el juego logra que la exploración se sienta entretenida gracias a las recompensas constantes y a lo bien integradas que están estas actividades en el mundo.
En conjunto, la jugabilidad de Mad Max es variada y adictiva, apoyada en un bucle sencillo: explora, pelea, recolecta y mejora. Es cierto que después de muchas horas las tareas pueden volverse repetitivas (limpiar otro campamento más, perseguir otro convoy más, etc.), pero la fórmula funciona porque el combate es divertido y el mundo te incentiva a seguir creciendo en poder. Si disfrutas de los sandboxes de acción desenfrenada, seguramente te engancharás a repartir justicia salvaje con Max y su coche.
Un mundo desolador pero hermoso
Avalanche Studios hizo un gran trabajo a nivel técnico y artístico con Mad Max. El páramo luce desolador pero a la vez hermoso en su crudeza: dunas infinitas, cielos anaranjados por el atardecer, esqueletos de barcos oxidados sobre lagos secos y tormentas de arena apocalípticas crean postales inolvidables. Pese a que la paleta de colores tiende a los tonos tierra (mucho marrón y amarillo, estamos en un desierto al fin y al cabo), el juego consigue evitar la monotonía visual con fenomenales efectos de iluminación y detalles ambientales. En general, el nivel de detalle gráfico es notable; desde las texturas de la chatarra y la arenisca, hasta los modelos de los vehículos (cada uno lleno de pinchos, alambres y piezas móviles) y las indumentarias estrafalarias de los enemigos, todo contribuye a la inmersión en este mundo postapocalíptico.
Yéndonos a lo sonoro, la banda sonora de Mad Max, compuesta por Mats Lundgren, es atmosférica y funcional: acompaña bien la acción con percusiones tribales y tonos tensos, pero no es especialmente memorable. No esperes temazos al nivel de Fury Road, aunque algunos fans sugieren mejorar la experiencia con música épica de fondo.
Donde el sonido brilla de verdad es en los efectos. El rugido de los motores, los impactos metálicos y las explosiones son brutales y realistas. Además, el juego maneja perfectamente el contraste entre el silencio del páramo y el caos ensordecedor del combate.
Las voces cumplen bien su papel: Max es seco y rudo, Chumbucket es excéntrico y fanático, y el villano Scrotus suena feroz. La falta de doblaje en español puede restarle inmersión a algunos jugadores, pero el tono de los personajes encaja perfectamente con el mundo.


¿Cuál es la duración de Mad Max?
Mad Max ofrece una aventura de duración considerable, especialmente para ser un juego sin multijugador. La campaña principal puede llevarte alrededor de 20 a 30 horas en completarse, según tu ritmo y cuánto te distraigas con actividades secundarias. Si además de la historia te dedicas a cumplir misiones opcionales, limpiar todos los campamentos, buscar coleccionables y mejorar al máximo a Max y al Magnum Opus, el tiempo de juego fácilmente se duplica: estaríamos hablando de unas 40-50 horas para ver gran parte de los contenidos secundarios. Los completacionistas que quieran obtener el 100% (todos los desafíos, mejoras y ubicaciones descubiertas) pueden estirar la duración hasta 60 horas o más. En cualquier caso, hay mucho por hacer en el páramo antes de dar el juego por “terminado”.
Ahora bien, en términos de rejugabilidad estricta, el título se percibe más como una experiencia “de una pasada” que como un juego pensado para repetir varias veces. La historia es lineal y no tiene ramificaciones ni finales múltiples, por lo que una vez vista, la sorpresa narrativa desaparece. Tampoco existe un modo Nueva Partida+ oficial ni decisiones que alteren el mundo en rejugadas. Por ende, no hay un incentivo argumental fuerte para rejugar inmediatamente tras terminarlo. Dicho esto, Mad Max sí ofrece contenido post-créditos: tras finalizar la misión final, puedes seguir explorando el mundo libremente para completar cualquier desafío o zona que te haya quedado pendiente. Puedes tomártelo como “vale, acabé la historia, pero aún seré el terror de los bandidos un rato más”.
Conclusión final sobre Mad Max
Mad Max es un sandbox brutalmente divertido, con un combate vehicular espectacular y una ambientación impecable que captura la esencia de la saga. Sin embargo, sus misiones repetitivas lo frenan de ser una obra maestra. No reinventa el género, pero si te gusta la acción desenfrenada y el caos motorizado, te dará horas de adrenalina y destrucción pura. No es perfecto, pero es un viaje que vale la pena. Arranca el motor y sobrevive en el páramo.

