Análisis de Hunted: The Demon’s Forge (Pc, PS3, Xbox 360)

En 2011, Hunted: The Demon’s Forge apareció en un panorama lleno de juegos cooperativos que buscaban brillar. Desarrollado por inXile Entertainment y respaldado por Bethesda Softworks, este título llegó con la promesa de mezclar acción cinematográfica y exploración de mazmorras en un universo de fantasía oscura. ¿El resultado? Bueno, digamos que es una experiencia con claroscuros.

El concepto detrás de Hunted era sólido: dos personajes, E’lara y Caddoc, diseñados para complementarse en combate. Ella, ágil y precisa con su arco; él, un tanque letal en el cuerpo a cuerpo. Todo giraba en torno al trabajo en equipo, algo que en su momento destacaba en el mercado. Pero no basta con una buena idea; la ejecución también importa.

Este análisis no va a darte vueltas innecesarias. Vamos a entrar de lleno en los aspectos que definen este juego: su jugabilidad, sus fallos técnicos, su diseño artístico, y, por supuesto, ese multijugador que buscaba ser su gran atractivo. ¿Es un clásico oculto o un intento que se quedó corto? Esa es la pregunta que vamos a intentar responder.

Una historia protagonizada por un dúo algo peculiar

La historia de Hunted: The Demon’s Forge se siente como si dos amigos con personalidades completamente opuestas quedaran atrapados en un libro de fantasía oscura. Por un lado, tienes a Caddoc, el clásico tipo grande y fuerte que probablemente piensa que estrategia es el nombre de una poción, y por el otro, a E’lara, la arquera que dispara más sarcasmo que flechas (y créeme, dispara muchas flechas). La dinámica entre ellos es lo que realmente brilla. Es como ver a una pareja de colegas que no paran de discutir, pero que, en el fondo, sabes que darían todo el uno por el otro (aunque nunca lo admitan). Sus constantes pullas y bromas añaden un toque de humor que de vez en cuando te haran reir. Este contraste entre ellos no solo añade humor y personalidad a la historia, sino que también refleja el tema central del juego: la necesidad de confiar en los demás, incluso cuando no compartes la misma visión del mundo.

Luego para aquellos fans de la fantasía oscura, vais a encontrar todo lo que esperarías de un mundo que no es precisamente acogedor. Estamos hablando de ruinas llenas de telarañas, mazmorras con poca luz que podrías tropezarte con un dragón sin darte cuenta, y un aire constante de “algo aquí quiere matarme». Y aunque la trama no es el colmo de la originalidad, es más bien: “El mundo está hecho un desastre, algo (o alguien) muy malo está detrás de esto, y, oh, mira, un ejército de monstruos listos para ser eliminados, lo que realmente mantiene la trama en pie no es tanto el qué, sino el cómo lo viven los protagonistas. Aunque si que es cierto que a medida que avanzas en el juego vas descubriendo fragmentos de historias antiguas y pistas que te ayudan a entender por qué todo está como está, son detalles que si bien no son al 100% necesarios para proseguir con la trama, pero que si te gusta el lore de los videojuegos, te da un panorama más rico del mundo y sobre todo lo relacionado a el.

¿Es una trama que cambiará tu vida? Probablemente no. Pero si te atrae el caos en paisajes desolados con un par de héroes llenos de personalidad, este es tu tipo de aventura.

Jugablemente simple, pero divertido

En este juego, la acción tiene su propio ritmo: no va a mil por hora, pero tampoco te deja dormido. Es como ponerse unas botas pesadas y avanzar por un camino lleno de sorpresas: bichos que te atacan de todos lados, armas que parecen sacadas de una colección de reliquias mágicas, y un par de puzzles que, aunque no sean rompecabezas galácticos, te hacen usar la cabeza de vez en cuando.

Hablemos del combate, que es el corazón del juego. Al principio, parece casi terapéutico: golpeas a los enemigos, avanzas, y repites. Pero no te confíes, porque a medida que avanzas, los bichos se multiplican como si estuvieras en una pesadilla medieval. De repente, te ves rodeado por hordas que te obligan a moverte, pensar y atacar como un estratega improvisado. A esto se suman enemigos especiales: los «tanques» que parecen hechos de hierro puro y los hechiceros que no dejan de bombardearte desde lejos. Y el jefe final, bueno, prepara tus mejores estrategias porque este no es cualquier bicho de relleno; es el equivalente a un último nivel en un videojuego clásico.

El combate en este juego tiene un toque único gracias al sistema de habilidades. Es como construir tu propio set de herramientas, donde tú decides qué usar para destrozar a tus enemigos. ¿Eres de los que prefieren atacar desde lejos con flechas explosivas, o te va más la fuerza bruta de un buen golpe? Con los cristales de dragón, puedes desbloquear magias y mejoras para E’lara y Caddoc, y ahí es donde empieza la diversión. Aunque no es un sistema súper profundo, lo que importa aquí es la variedad. Podrás elegir hasta 4 habilidades de las que aprendas, pero cada una ocupa una casilla, así que hay que pensarlo bien. Es un equilibrio entre escoger lo que más te guste y no quedarte corto en el combate. Cada habilidad tiene su propósito y, a medida que las mejoras, te abre más opciones de ataque.

La exploración, por otro lado, tiene un toque relajado. Es como pasear por un bosque encantado donde cada rincón puede esconder un cofre con loot o un camino alternativo. Aunque las zonas son lineales, siempre hay algo por descubrir: una pocioncita que te salva la vida, o ese cristal de dragón que tanto necesitas para mejorar habilidades. Y aunque el mapa no es un mundo abierto, su diseño tiene lo suficiente para mantener tu curiosidad despierta.

Los puzzles son más bien como pequeños descansos mentales. Mover plataformas, activar mecanismos o encontrar la llave correcta para abrir una puerta son actividades que, aunque no te rompan la cabeza, aportan variedad. Eso sí, los problemas técnicos pueden hacer que algunos de estos momentos se vuelvan frustrantes: a veces las palancas no responden, o las físicas se comportan como si estuvieras jugando en una versión beta.

Eso sí, hay algunos detalles que pueden sacarte de la inmersión. La inteligencia artificial del compañero puede ser un dolor de cabeza: hay momentos en los que parece que se fue a tomar un café mientras te atacan. Y los errores técnicos que veremos en el siguiente apartado no ayudan, como flechas que no hacen daño o el dash que, en zonas elevadas, termina mandándote al abismo más veces de las que debería.

Técnicamente presenta varios problemas

Aunque en su época la tecnología no estaba nada mal, lo cierto es que no se lleva muchos aplausos en cuanto a optimización. Si juegas en PC, vas a notar algunos tirones, especialmente cuando el caos se desata y el juego tiene que manejar muchos enemigos y efectos a la vez. Las caídas de frames son bastante frecuentes, lo que puede hacer que algunas peleas frenéticas se sientan algo torpes. En consolas, el rendimiento es más estable, pero la resolución sigue siendo un tema, y de alguna manera sientes que el juego debería verse más nítido, más pulido. Nada grave, pero no esperes una experiencia gráfica que te deje sin aliento. De echo seguramente incluso videojuegos que esten hechos con el mismo motor gráfico que en este caso se trata de Unreal Engine 3 ofrecen una calidad totalmente distinta.

La IA del compañero como habiamos mencionado en el apartado jugable es uno de los puntos más flojos. Si decides jugar solo, prepárate para ver a tu compañero (ya sea Caddoc o E’lara) deambulando por el mapa como si estuviera en modo automático. A veces parece que se olvidan de que están en medio de una batalla y, para colmo, pueden meterse en tu camino justo cuando más los necesitas. Es como si no tuvieran instinto de supervivencia, y eso puede ser superfrustrante, sobre todo cuando tienes que enfrentarte a un boss o a un grupo de enemigos grandes donde se requiere de una buena coordinacion por parte de ambos. Si tienes un amigo con quien jugar, claro, todo esto se soluciona, pero jugar solo es una experiencia que deja mucho que desear.

Las animaciones en Hunted son… decentes, pero no esperes nada que te deje boquiabierto. Las animaciones de los personajes son funcionales, sí, pero se sienten un poco torpes en varios momentos. Los movimientos de Caddoc y E’lara no son muy fluidos, especialmente en las transiciones entre ataques o cuando intentas moverlos rápidamente. Los combates cuerpo a cuerpo, por ejemplo, tienen esa sensación de rigidez, donde los golpes no siempre se sienten tan naturales. Las animaciones de magia son un poco mejores, con hechizos que se ven satisfactorios cuando los lanzas, pero tampoco esperes una coreografía espectacular ni una gran variedad. Es como si la animación estuviera ahí para cumplir su propósito, pero sin mucho estilo o refinamiento.

En cuanto a los tiempos de carga entre niveles. No son eternos, pero sí son lo suficientemente largos como para que te cuestiones por qué tarda tanto en cargar la siguiente parte. Cuando estás en medio de una buena racha, te da un poco de rabia tener que esperar a que el juego termine de cargar, pero bueno, no es el fin del mundo.

En cuanto a las colisiones como habiamos mencionado en el apartado jugable, hay cosas que bueno, por ejemplo, a veces los enemigos parecen quedarse atrapados en las paredes o no responden de manera correcta a tus ataques, lo que puede ser frustrante. Esto se nota especialmente cuando intentas disparar con el arco o la ballesta, y en algunas ocasiones, aunque disparas directamente a un enemigo, la flecha parece atravesarlo sin hacerle daño, lo que genera un sentimiento de «¿qué está pasando aquí?» Las colisiones con los objetos también pueden ser un poco extrañas, especialmente cuando interactúas con mecanismos o tratas de esquivar ataques de enemigos grandes en espacios reducidos. No es que el juego esté roto en este sentido, pero sí hay bastantes momentos donde las colisiones no se sienten precisas, lo que puede arruinar la experiencia en algunas peleas o secuencias.

Por último, sin duda lo peor de todo de lo que hemos podido presenciar en nuestras propias carnes en la version de ordenador en cooperativo es algo que ya es el segundo juego de los que hemos analizado que nos ha ocurrido, y son los crasheos a mitad de una partida, volviendo a repetir a la misma mision otra vez habiendo perdido todo el progeso hasta ese momento, y que por desgracias nos ha ocurrido en más de una ocasión, es algo que se nota que se deberia de haber trabajado más ya que te rompe del todo con la dinamica o el mood que llevas o llevais en la partida.

Un apartado artístico que apuesta por lo seguro, sin arriesgarse demasiado

A ver, de entrada el juego tiene esa típica estética de fantasía oscura que se puso de moda en su momento. Esas ruinas llenas de piedra, bichos que parecen salidos de una pesadilla y una atmósfera que grita «cuidado, peligro». Funciona, sí, pero no esperes que te deje sin aliento.

E’lara y Caddoc, los protagonistas, reflejan perfectamente el tono del juego. Ella es ágil, precisa, con una armadura más estética que funcional. Él, el clásico bruto de fuerza bruta con una armadura pesada. Sus diseños cumplen, pero no pasan de ahí. No son personajes que recordarás después de los créditos. Algo parecido ocurre con los enemigos. Desde esqueletos hasta criaturas más grandes, todos parecen sacados de una lista predefinida de monstruos de fantasía. Es un desfile de clichés que no se arriesga ni un poco. Lo mismo ocurre con la paleta de colores del juego. Grises, marrones y verdes predominan, dando un aire monótono. Hay momentos más llamativos, como zonas mágicas o decoradas con fuego, pero son contadas. Esto hace que, con el tiempo, todo empiece a parecer demasiado similar.

Los escenarios tienen un diseño que intenta ofrecer algo de variedad, pero no logran destacar mucho. Por ejemplo, hay momentos en los que te encuentras en grandes salones con estructuras góticas que deberían impresionar, pero la falta de detalles sobresalientes hace que se sientan vacíos. Los exteriores, como los bosques y los caminos rocosos, están bien construidos, pero tampoco ofrecen mucho que explorar o admirar. Todo tiene un enfoque práctico: el diseño del escenario existe más para guiarte de un punto a otro que para sumergirte en el mundo.

El mundo tiene una atmósfera consistente, eso sí. Todo se siente oscuro, sombrío y, en ocasiones, opresivo, lo que encaja bien con el tono de la historia. Hay ruinas cubiertas de musgo, calabozos llenos de huesos y zonas exteriores con cielos grises que aportan esa sensación de desesperanza. Sin embargo, este tono monótono puede jugar en contra del juego, ya que después de un rato todo empieza a parecer lo mismo. Falta más variedad en la paleta de colores o en los tipos de escenarios para que las distintas áreas se sientan más únicas.

El apartado artístico de Hunted: The Demon’s Forge tiene buenas intenciones, como su cohesión visual y su atmósfera sombría, pero falla en ofrecer elementos memorables o realmente impactantes. El diseño de los enemigos, los escenarios y los personajes se siente como un intento seguro y genérico de replicar otros juegos de fantasía, pero sin arriesgarse ni destacar. No está mal, pero tampoco impresiona.

Una banda sonora que está más para acompañar, donde lo realmente destacable en cuanto a lo sonoro son sus efectos

Si hablamos de la banda sonora, los temas suelen ser oscuros, con coros y melodías tensas que acompañan bien la atmósfera sombría del juego, pero no tienen identidad propia. Es música como si estuviera diseñada específicamente para ser de fondo y no llamar la atención aunque si que hay ocasiones que empieza a sonar musica epica sobre todo en las peleas donde las piezas musicales suben de intensidad como tal el único punto negativo a resaltar de la música es que quizas se puede volver algo repetitiva.

En el apartado de los efectos de sonido, los resultados son mixtos. Por un lado, los combates cuentan con golpes y sonidos de armas que se sienten satisfactorios. El crujido de huesos, las flechas cortando el aire y los rugidos de los enemigos están bien logrados, ofreciendo una sensación adecuada de intensidad durante las batallas. Por otro lado, hay una falta de variedad que termina siendo evidente en enfrentamientos prolongados, donde los mismos efectos se repiten con demasiada frecuencia, dando una sensación de reciclaje que puede romper un poco la inmersión.

El doblaje es una de las áreas que deja sentimientos encontrados. Los actores hacen un esfuerzo por inyectar personalidad a los protagonistas, E’lara y Caddoc, logrando momentos de química e incluso algo de humor. Sin embargo, el guion no siempre está a la altura, lo que resulta en líneas que a veces se sienten forzadas o fuera de lugar con el tono general del juego. Los NPCs y enemigos también sufren de diálogos poco inspirados, que en algunos casos no aportan mucho más que ruido de fondo.

En cuanto a la ambientación sonora, hay un esfuerzo notable por crear un entorno inmersivo. Los ecos de los calabozos, el susurro del viento en las ruinas y el crujir de piedras o maderas bajo los pies consiguen transmitir una sensación de desolación y peligro constante. Estos pequeños detalles son un acierto que refuerzan la atmósfera del juego, aunque no alcanzan a elevar la experiencia general de forma significativa.

No todo es perfecto: hay problemas técnicos que afectan el balance de audio. Por momentos, la música puede opacar los diálogos, o los efectos de sonido pueden sonar demasiado altos, dificultando entender qué está ocurriendo. En versiones de PC, también se reportan fallos ocasionales como cortes en el sonido o efectos que se repiten de manera errática. Estos desajustes pueden ser frustrantes y afectar la inmersión en momentos clave.

En general, el apartado sonoro de Hunted hace un trabajo decente para acompañar la acción y ambientar el mundo, pero no logra destacar como un punto fuerte del juego. Es funcional, con destellos de calidad en ciertos aspectos, pero también con fallos que lo mantienen lejos de ser una experiencia inolvidable.

El modo multijugador es, sin duda, imprescindible en Hunted: The Demon’s Forge

Si hay algo que hace que este juego brille un poco más, es su modo cooperativo. En serio, jugar con un amigo puede transformar lo que, en solitario, a veces se siente como un viaje rutinario, en una experiencia más emocionante. La idea detrás de E’lara y Caddoc es clara: dos personajes diseñados para trabajar en equipo. E’lara es ágil y certera con su arco y magia a distancia, mientras que Caddoc es el tanque, ese que se lanza al centro del caos con su espada o maza. Juntos, son como las dos caras de una misma moneda.

Lo interesante es cómo esta dinámica se traduce al gameplay. Por ejemplo, hay momentos donde necesitas que uno distraiga a los enemigos mientras el otro encuentra una forma de flanquearlos. O tal vez haya un puzzle que requiera coordinación, como activar interruptores simultáneamente o usar habilidades específicas para avanzar. Y hablando de momentos tensos, está la posibilidad de revivir a tu compañero si cae en combate. Esto no solo añade un toque estratégico, sino que crea esos momentos de «¡aguanta que ya voy!» que realmente refuerzan la conexión entre jugadores.

Claro, no todo es perfecto. Aunque el cooperativo funciona bien en consolas, en PC solo está disponible en LAN, lo que limita mucho las opciones para jugar online. Y cuando te adentras en las mecánicas cooperativas, a veces sientes que podrían haber ido un paso más allá. Por ejemplo, los puzzles tienden a ser bastante simples, y no explotan todo el potencial de tener dos personajes con habilidades tan distintas. También hay problemas técnicos ocasionales: bugs que desconectan la partida o glitches que te obligan a reiniciar niveles enteros.

Eso sí, si tienes un amigo con quien jugar (mejor aún si pueden hacerlo en la misma habitación), el cooperativo puede hacer que el juego pase de ser una experiencia normal a algo realmente divertido. En solitario, en cambio, el compañero controlado por la IA puede sentirse como un peso muerto. No tiene la iniciativa ni la coordinación que esperas, y muchas veces terminas haciéndolo todo tú mismo.

¿Vale la pena? Si te gustan las aventuras de fantasía y tienes a alguien con quien compartirlas, puede ser una experiencia agradable. Solo ten claro que este no es el tipo de multijugador que redefine el género, sino más bien una opción funcional que destaca por lo que logra en compañía.

¿Hunted: The Demon’s Forge ha innovado en algún aspecto?

Hablar de Hunted: The Demon’s Forge es adentrarse en un juego que nunca quiso romper esquemas. Su diseño se siente como una mezcla de fórmulas conocidas, sin un toque especial que le dé identidad propia. El sistema de combate es un ejemplo claro: tiene ese aire a hack and slash de la vieja escuela, con un añadido de magia y habilidades para darle algo de estrategia. Pero, ¿es emocionante? Bueno, no exactamente. Cumple con lo justo, aunque carece de momentos memorables. Piensa en un Gears of War medieval, pero más torpe y menos intenso.

El modo cooperativo es quizás lo que más aspiraba a ser diferente. Dos personajes con estilos complementarios, trabajando juntos, parece una idea prometedora. Hay puzzles que requieren coordinación y algunas habilidades que puedes combinar para sacarle más partido al combate. Sin embargo, la ejecución deja mucho que desear. En sesiones de un solo jugador, el problema se agudiza: la IA del compañero no solo es torpe, sino que puede arruinar la experiencia al ignorar objetivos básicos o estorbar en momentos cruciales.

El juego también intenta ofrecer opciones de exploración y personalización, aunque de una forma bastante modesta. Hay cofres con armas mágicas y decisiones sobre qué habilidades mejorar, pero todo se siente limitado. Los niveles son mayormente lineales, con algún que otro desvío que, en el mejor de los casos, ofrece un pequeño premio. No esperes nada que cambie el ritmo o la dinámica de la aventura.

Al final, Hunted: The Demon’s Forge es un juego que funciona, pero no destaca. Toma prestado de otros títulos sin aportar novedades significativas. Si buscas algo sencillo para pasar el rato, puede servir, pero no esperes más que una experiencia genérica dentro del género de fantasía oscura.

¿Cuántas horas puede durar Hunted: The Demon’s Forge?

Este es un juego que no se alarga demasiado ni se queda corto. Completar la campaña principal te puede llevar entre unas 10 a 12 horas, dependiendo de cómo juegues. Si vas a saco, enfocándote solo en avanzar y machacar enemigos, probablemente termines en el rango más bajo de ese tiempo. Pero si eres de los que explora cada rincón buscando cofres, armas mágicas y secretillos (porque sí, hay unos cuantos), te puedes acercar a las 12 horas o un poquito más.

Ahora, la duración no se siente inflada, que eso es algo bueno. No hay un exceso de misiones secundarias innecesarias o relleno aburrido, pero el ritmo puede ser algo irregular. Algunas secciones se alargan con combates repetitivos, y si bien no es una tortura, sí puedes notar que en ciertos momentos el juego intenta estirar un poco el chicle para hacerte sentir que dura más.

¿Tiene sentido rejugarlo? Bueno, depende. Puedes probar el otro personaje: E’lara, con su arco y habilidades mágicas, o Caddoc, más enfocado en el combate cuerpo a cuerpo. Pero aunque sus estilos son diferentes, la experiencia general no cambia lo suficiente como para justificar una segunda vuelta completa. En cooperativo, la cosa mejora si tienes un amigo con quien jugar, ya que la coordinación aporta algo de frescura. Aun así, no es un título que destaque por invitarte a volver una y otra vez.

En definitiva, el juego cumple con lo justo. Ofrece una duración adecuada y una experiencia entretenida a ratos, pero no logra enganchar lo suficiente como para convertirse en un favorito que revisites con el tiempo.

Conclusión:

Este juego es como ese amigo que siempre promete la gran fiesta, pero al final te invita a ver una peli en su casa con snacks baratos. No es malo, te entretienes, pero te quedas con esa sensación de que podría haber sido algo mucho más épico. La base está ahí: un mundo de fantasía oscura con potencial, personajes que se complementan y un enfoque en el cooperativo que podría haber brillado mucho más. Sin embargo, entre los bugs, una jugabilidad que a veces se siente torpe, y una historia que no termina de enganchar, el juego nunca despega del todo.

Eso sí, no todo es malo. Si buscas una experiencia de acción ligera, con combates que no te hagan pensar demasiado y la posibilidad de pasarlo bien con un amigo, Hunted: The Demon’s Forge cumple. Las habilidades y la progresión de los personajes aportan algo de variedad, y la ambientación, aunque genérica, tiene su encanto si te gustan las mazmorras llenas de monstruos. Pero ojo, esto no es un Dark Souls ni un Skyrim. Es más como un bocadillo rápido que disfrutas pero no recuerdas al día siguiente.

En pocas palabras, este es un juego para pasar el rato, no para marcar un antes y un después en tu vida gamer. Si lo pillas barato y tienes un colega con ganas de aporrear botones contigo, adelante. Si no, hay otras opciones ahí fuera que probablemente te dejen más satisfecho. ¿Hunted tiene corazón? Sí, pero le falta ese empujón extra para destacar en un mercado tan competitivo.

Valoración final de Hunted: The Demon’s Forge

Historia

6

Jugabilidad

7

Apartado Técnico

3.5

Apartado Artístico

6.5

Cooperativo

7

Apartado Sonoro

6.5
6

Nota Total

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