Hitman: Absolution llegó al mundo el 20 de noviembre de 2012, desarrollado por los daneses de IO Interactive y distribuido por Square Enix. Fue un momento clave para la saga, porque este juego marcaba un cambio de dirección: más historia, más cine, pero con la promesa de seguir siendo ese simulador de asesino sigiloso que tantos amaban. ¿Lo logró? Bueno, eso depende de cómo se mire.
En esta revisión, vamos a desmenuzar todo lo que hace a Absolution lo que es. Hablaremos de su jugabilidad, su apartado técnico, artístico, sonoro, su duración, e incluso de si realmente innovó o no en la saga. No esperes términos complicados ni respuestas vagas; aquí vamos a ser directos, claros y, sobre todo, sinceros. Al final, la idea es ver si este juego merece el reconocimiento como parte de la franquicia o si se quedó a medio camino en su intento de hacer algo nuevo. ¡Vamos allá!
Una historia de un asesino a sueldo
La historia de Hitman: Absolution se adentra profundamente en las aguas turbias del dilema moral de un asesino a sueldo. El Agente 47 no es solo un hombre con un objetivo claro; es un ser atrapado entre la eterna lucha de lo que significa ser «bueno» o «malo». El juego desafía constantemente al jugador con decisiones que rara vez son completamente correctas o equivocadas. ¿Es justo lo que estás haciendo? ¿Qué precio tiene cumplir con tu misión?
Otro aspecto fascinante es cómo las personas con poder manipulan a quienes están bajo su control. Desde 47 hasta los personajes secundarios, todos parecen piezas en un tablero donde los verdaderos jugadores nunca muestran completamente sus cartas. Es un recordatorio inquietante de lo fácil que es ser parte de un juego más grande sin siquiera darse cuenta.
Y aunque 47 puede parecer un hombre sin emociones, el juego se esfuerza por mostrar destellos de humanidad en su interior. Hay momentos que lo exponen como algo más que un asesino eficiente: como alguien que duda, que siente, que busca un propósito más allá de lo que le han impuesto. Es una invitación a reflexionar sobre cómo nadie es del todo bueno o completamente malo.
El sacrificio también juega un papel crucial. Hitman: Absolution plantea preguntas que calan hondo: ¿Qué estarías dispuesto a sacrificar por lealtad o por proteger algo valioso? Este tema resuena especialmente en el caso de 47, mostrándonos a un hombre que a veces carga con más peso del que parece.
Finalmente, está la lucha contra el destino. Para 47, eso significa intentar definirse más allá de lo que otros han decidido que debe ser. Esa batalla interna por encontrar su lugar en el mundo es algo con lo que todos, en algún momento, podemos identificarnos.
Una jugabilidad que se enfoca en el sigilo
El corazón de este juego es el sigilo, y vaya que sabe jugar bien esa carta. Te da varias formas de cumplir tus misiones: moverte como un fantasma que nadie ve, disfrazarte para mezclarte entre la gente, o simplemente pasar desapercibido. Pero, ojo, hay un detalle importante: el juego se siente un poco más «cinemático», lo que puede ser un alivio para los que vienen buscando algo más relajado, pero quizá a los fans de toda la vida les parezca que el desafío perdió algo de filo.
¿Y los disfraces? Una maravilla. Cambiarte de ropa no es solo estético; es parte de la estrategia. Puedes ser un guardia, un cocinero o hasta un jardinero, según lo que encuentres. Pero no todo es tan fácil. Si te disfrazas de policía, prepárate, porque otros policías te observarán más de cerca. Tienes que moverte con cuidado, como si realmente pertenecieras al lugar, o te descubrirán en un santiamén.
Eso sí, el juego tiene un giro que puede dividir opiniones. A diferencia de otros Hitman, aquí hay secciones más lineales. Sí, puedes ser creativo, pero no como en esos niveles abiertos donde podías experimentar hasta encontrar la solución perfecta. Es como si el juego te dijera: «Ven, yo te guío», pero sin dejarte ir demasiado lejos.
La mecánica de Instinto es interesante. Te permite ver las rutas de los enemigos, casi como si leyeras sus mentes. Es útil, claro, pero también puede hacer que las cosas se sientan un poco más fáciles. Es ese tipo de herramienta que amas cuando estás atrapado, pero que puede quitarle emoción al juego si buscas un desafío más puro.
Y luego está el combate. Es como ese paracaídas de emergencia: lo usas cuando no te queda de otra. No está mal, pero no es el plato fuerte del juego. Es mejor evitar que todo se descontrole, porque, seamos sinceros, este no es un título para ir a lo Rambo.
Lo realmente divertido es usar el entorno como tu arma secreta. Puedes sabotear una lámpara para que caiga en el momento justo, envenenar un plato de comida o provocar «accidentes» que pasan desapercibidos. Cada nivel está lleno de estas pequeñas joyas, y descubrirlas es como resolver un gran rompecabezas.
¿Lo mejor? No siempre tienes que esconderte en las sombras. Puedes moverte entre multitudes, mezclándote con la gente como si fueras un NPC más. Es esa sensación de ser invisible en pleno día lo que hace que el juego se sienta tan fresco.
Por último, el modo Contratos es un regalo para los fans del sigilo. Aquí puedes crear tus propias misiones o jugar las que otros inventan. Es como un parque de diversiones para los que aman experimentar con la libertad que a veces falta en la campaña.
Técnicamente fue un salto en el franquicia
Si algo destaca en Hitman: Absolution es su motor gráfico, el Glacier 2, que en 2012 marcó un salto notable en la franquicia. Los escenarios lucen detallados, los efectos de luz aportan una atmósfera casi cinematográfica y, en su momento, jugarlo era como meterse en una película interactiva. Aunque hoy esos gráficos muestran su edad, especialmente si se comparan con entregas más recientes, siguen siendo suficientemente atractivos para disfrutar del viaje.
A nivel de rendimiento, el juego cumple, aunque no es perfecto. En las consolas de su generación, las caídas de framerate eran evidentes en momentos con muchas partículas o NPCs en pantalla. Esto podía ser frustrante en zonas clave, como las multitudes densas. En PC, el panorama era mucho más favorable, siempre que tuvieras un equipo decente para la época. Lo bueno es que no está plagado de errores graves, y cualquier bug que encuentres suele ser anecdótico más que dañino.
La inteligencia artificial de los enemigos tiene luces y sombras. Hay momentos en que sorprende por su capacidad de respuesta ante comportamientos sospechosos, pero otras veces falla en lo básico, como ignorar a un compañero inconsciente justo frente a ellos. La inconsistencia en su rango de visión puede frustrar; un guardia puede no notar que estás a un metro, pero otro te detecta a través de una sala entera. Esto resta un poco de tensión a ciertos encuentros.
Una de las mecánicas más llamativas son los disfraces, pero técnicamente no siempre funcionan como deberían. Hay situaciones en las que un NPC puede identificarte como sospechoso sin una razón aparente, lo que puede sentirse injusto. Este pequeño fallo rompe un poco la ilusión de estar “dentro del sistema”.
El manejo de las físicas es otro punto interesante. Interactuar con el entorno para provocar «accidentes» es satisfactorio, pero no siempre coherente. Algunos objetos reaccionan de formas poco creíbles, o los cuerpos caen en posiciones extrañas que sacan una sonrisa. Estos deslices no arruinan la experiencia, pero son un recordatorio de las limitaciones de la época.
Un apartado artístico que define muy bien tanto el carácter de los personajes como el de los niveles
Uno de los puntos fuertes de Hitman: Absolution es el diseño de sus escenarios. Cada nivel tiene una identidad propia, desde fábricas sombrías y claustrofóbicas que casi puedes sentir el olor a aceite quemado, hasta lujosas mansiones donde cada rincón parece estar vigilado. Estos entornos no solo son visualmente impresionantes, también están pensados para ofrecerte opciones estratégicas. Por ejemplo, en una misión que transcurre en un club nocturno, puedes mezclarte con la multitud o usar los pasillos del personal para moverte sin llamar la atención. La manera en que todo reacciona a tus acciones es lo que realmente engancha: si te descubren en un lugar donde no deberías estar, no solo los guardias se alteran, también los NPC reaccionan con miradas o murmullos que intensifican la tensión.
Algo que hace destacar a estos escenarios es la mezcla entre libertad y detalle. Puedes planear tus movimientos al mínimo, como ajustar el tiempo para sabotear un equipo de sonido, o improvisar cuando las cosas se complican. Esa sensación de que el entorno está vivo te obliga a estar atento a todo lo que ocurre. Por ejemplo, podrías notar una bandeja de copas que alguien llevará a tu objetivo; un detalle tan pequeño podría ser clave para un envenenamiento «accidental». Este tipo de pequeños toques convierten a cada nivel en un rompecabezas lleno de posibilidades.
El movimiento de los personajes también es digno de mencionarse. El Agente 47 se mueve como lo que es: un profesional metódico y calculador. Desde la forma en que camina disimuladamente entre la gente hasta los movimientos precisos al neutralizar a un enemigo, todo está pensado para que te sientas en control total. Aún así, no todo es perfecto. Los NPC, aunque cumplen su papel, a veces tienen movimientos menos pulidos, lo que puede restar algo de inmersión si te detienes a observar demasiado. Pero estos detalles no afectan de forma significativa la experiencia general.
Por otro lado, los enfrentamientos directos se sienten como un recurso último. Si bien las animaciones de combate son satisfactorias y los enemigos reaccionan de forma convincente a tus ataques, el juego claramente no está diseñado para que te enfrentes a oleadas de enemigos como en un shooter convencional. La verdadera magia está en evitar estos escenarios y usar tu ingenio para resolver los problemas sin dejar rastro.
El diseño de los personajes también aporta mucho al tono del juego. Cada figura que encuentras, desde un guardia común hasta un villano principal, tiene una personalidad que se refleja tanto en su apariencia como en sus acciones. Un ejemplo claro es Blake Dexter, un antagonista cuyo carisma y ambición lo hacen memorable, pero también peligroso. Es este cuidado por los detalles lo que mantiene a la historia interesante y te hace sentir que cada interacción tiene peso.
Finalmente, el mundo del juego está lleno de pequeños detalles que enriquecen la narrativa. Desde documentos escondidos que cuentan historias paralelas hasta los objetos olvidados en una habitación que hablan de su último ocupante, todo está pensado para que quieras explorar. No es solo un escenario para tus misiones; es un mundo que te invita a descubrir sus secretos.
¿SFX de calidad? Los encontrarás en Hitman: Absolution
¿Te ha pasado que estás tan concentrado en un juego que hasta sientes cómo el corazón se te acelera? Eso es exactamente lo que consigue Hitman: Absolution con su apartado sonoro. Cada paso, cada eco, cada crujido del suelo bajo tus pies está diseñado para hacerte sentir que estás ahí, como si fueras el mismísimo Agente 47. Imagina moverte por un pasillo oscuro, escuchando solo el eco de tus propios pasos, mientras tu objetivo está a unos metros de distancia. Es pura tensión.
El ambiente sonoro es impecable. En una fábrica, las máquinas no solo zumban, vibran y llenan el aire con su presencia; parece que hasta el polvo del lugar hace ruido. En una fiesta elegante, el sonido de copas chocando, las risas lejanas y las conversaciones casuales crean una atmósfera vibrante. Pero ojo, no están ahí solo por estética: muchos de estos sonidos son pistas. ¿Escuchas una puerta que se cierra al fondo? Puede ser un guardia patrullando o alguien que podrías usar para tu ventaja.
Y luego está la voz del Agente 47, tan fría y calculada que parece el susurro de la muerte. David Bateson logra una interpretación que es tan inquietante como fascinante. Su tono monocorde no aburre, más bien refuerza esa personalidad implacable y metódica que tanto lo caracteriza.
¿Los NPCs? También tienen lo suyo. Hay momentos donde sus diálogos te arrancan una sonrisa, como cuando un guardia se queja de su jefe o alguien comenta algo inesperado. Eso sí, hay frases que se repiten y que, tras varias horas de juego, pueden sentirse un poco gastadas.
La música, por su parte, es un espectáculo aparte. No busca ser protagonista, pero sabe cuándo intensificar las cosas. Estás planeando un asesinato: la música se mantiene al margen, casi como un susurro. Pero si te descubren, todo cambia: el ritmo se acelera, los tambores se imponen, y sientes como si el juego te empujara a pensar rápido o morir en el intento.
El silencio, en cambio, es el arma más poderosa del juego. En ciertos momentos, todo se apaga, dejándote solo con tus pensamientos y el latido de tu propio corazón. Es un recordatorio de que estás solo en este mundo, de que un paso en falso puede ser el último.
Claro, no todo es perfecto. Algunos disparos carecen de impacto y, en consolas antiguas, el audio podía desincronizarse en las cinemáticas. Pequeños detalles que no opacan un apartado sonoro que está, en su mayoría, diseñado con maestría.
¿Hay algo de innovación en Hitman: Absolution?
Hitman: Absolution fue un juego de transición, un punto medio entre las raíces de la serie y las demandas de una industria que, en ese momento, empezaba a priorizar narrativas cinematográficas y accesibilidad. Esto se notó en prácticamente todos los aspectos del juego, desde la estructura más guiada hasta los niveles diseñados para impresionar visualmente antes que ofrecer una libertad total.
Las multitudes, por ejemplo, marcaron un antes y un después. Era increíble ver a decenas de NPCs interactuando en mercados o eventos, algo que añadía realismo al mundo y obligaba a repensar tus estrategias. Pero la libertad que definía a los primeros Hitman parecía estar ausente. Las misiones, aunque bien diseñadas, a menudo te llevaban de la mano, reduciendo esa sensación de ser un agente completamente en control de sus decisiones.
Es un juego que se quedó en un terreno extraño: no llegó a capturar la esencia pura de los clásicos, pero tampoco fue tan innovador como para encabezar una nueva era. Sin embargo, funcionó como un puente hacia lo que vendría después, sirviendo más como un experimento que como una evolución definitiva.
¿Cuánto dura Hitman: Absolution?
¿Eres de los que prefieren ir al grano, cumplir con los objetivos y salir corriendo? Si es así, la campaña de Hitman: Absolution puede durarte unas 10 o 12 horas, siempre y cuando no te distraigas mucho. Pero claro, eso significa que te pierdes la esencia del juego: planear, experimentar, y saborear cada misión. Si decides ir al estilo John Wick, con disparos por doquier y pasando de todo lo demás, es probable que termines incluso antes.
Ahora, si eres más de tomarte tu tiempo, buscar esa ruta perfecta, probar disfraces y encontrar formas ingeniosas de cumplir los objetivos, la cosa cambia. Esas 12 horas pueden convertirse fácilmente en 20 o más. Y aquí es donde el juego realmente se luce: en ese proceso de ensayo y error, de jugar con las posibilidades y sentirte el estratega más astuto del lugar.
¿Eres completista? Entonces prepárate, porque esto se vuelve un reto de fondo. Encontrar todas las rutas, dominar los desafíos específicos de cada misión (como eliminar a un objetivo vestido de chef o usar un arma en particular) y subir tus puntuaciones puede mantenerte entretenido durante días, si no semanas. Además, el sistema de puntuación te pica: siempre hay alguien en la tabla de líderes que parece decirte «puedes hacerlo mejor». ¿Te atreves?
Conclusión:
Si lo miramos con ojos críticos, Hitman: Absolution es un juego que arriesgó al tratar de reinventar la saga. Algunas cosas las hizo bien, como el apartado técnico y la presentación, mientras que en otras, como la estructura de niveles y la IA, tropezó. No es un juego perfecto ni el mejor de la serie, pero tampoco es un desastre. Es más bien una curiosidad, un punto intermedio que marcó el camino hacia los nuevos juegos de Hitman que lograron encontrar ese balance ideal entre libertad, sigilo y narrativa.
Así que, ¿deberías jugarlo? Si eres fan de Hitman, dale una oportunidad, pero con las expectativas ajustadas. Y si nunca has jugado a un título de la saga, puede ser una forma interesante de empezar, aunque quizá no la más representativa. Al final, lo que cuenta es si te gusta sentirte como un asesino profesional… o al menos intentarlo.