Ghostrunner es uno de esos juegos que cuando lo ves en acción, te atrapa al instante. Desarrollado por el equipo conjunto de One More Level, 3D Realms, y Slipgate Ironworks, y lanzado el 27 de octubre de 2020, este título ha sabido dejar huella. Se trata de un frenético juego de acción en primera persona que mezcla plataformas y combates en un mundo cyberpunk, donde los reflejos y la precisión son claves para la supervivencia.
Lo que vamos a analizar aquí es la experiencia total: desde su jugabilidad y su ambientación visual, hasta cómo se siente ese equilibrio entre morir (mucho) y lograr dominar cada nivel. También daremos un vistazo a su dificultad, la curva de aprendizaje, y si ese ritmo acelerado logra mantenerte pegado a la pantalla o si puede llegar a frustrar. ¿Vale la pena todo ese estrés? Vamos a descubrirlo.
A ver, la historia de Ghostrunner no es lo que te va a volar la cabeza ni va a ser lo primero que menciones cuando hables del juego con tus amigos, pero cumple. Nos metemos en un futuro cyberpunk donde eres un tipo llamado Jack, un Ghostrunner, básicamente un ninja cibernético que tiene que ir subiendo una torre gigante para enfrentarse a una villana, la Maestra de las Llaves, que controla todo desde las alturas. La humanidad está al borde de la extinción, la ciudad está hecha un desastre, y tú eres la última esperanza. Clásico, ¿no?
Lo interesante es que, aunque la premisa es algo cliché –una ciudad distópica, una revolución, el héroe que debe derrocar al tirano–, lo que lo hace destacar un poco es cómo se integra con la jugabilidad. La narrativa está constantemente ahí, en el fondo, pero es más como un "acompañamiento" mientras te concentras en saltar, correr por las paredes y eliminar enemigos a toda velocidad. No se mete en el camino ni te sobrecarga de diálogos. Tienes personajes como "El Arquitecto", una IA que te habla en la cabeza, y otros que van dándole contexto a todo lo que pasa, pero son más como guías que personajes con los que te conectas emocionalmente.
Ghostrunner no va a ganar premios por su guion. Es funcional, te da la excusa para seguir subiendo esa torre y destripando enemigos, pero no hay giros argumentales locos ni momentos que te hagan reflexionar sobre la vida. Eso sí, hay un pequeño toque de misterio en descubrir más sobre tu propio pasado y por qué eres tan especial, pero no esperes un desarrollo de personajes muy profundo ni conexiones emocionales fuertes.
Al final del día, Ghostrunner sabe lo que es: un juego que va de adrenalina y velocidad, y la historia es simplemente el pegamento que mantiene todo junto. ¿Podría ser mejor? Claro. Pero no es lo más importante aquí, y eso está bien.
La jugabilidad de Ghostrunner es donde el juego brilla con luz propia, aunque te lo digo ya: no es para todo el mundo. Este juego es rápido, frenético y no tiene piedad. Vas a morir, mucho, y más vale que te guste esa sensación de morir y reintentar, porque vas a estar en un ciclo constante de ensayo y error.
La base es simple pero efectiva: eres un ninja cibernético con una espada, y tu objetivo es moverte a la velocidad de la luz, correr por las paredes, saltar de plataforma en plataforma, esquivar balas en cámara lenta y matar a todo lo que se cruce en tu camino. No hay margen de error aquí, un solo golpe y estás muerto. Pero, y aquí está la magia, los reinicios son inmediatos, por lo que el ritmo de la acción nunca se rompe. No tienes tiempo para frustrarte porque antes de que te des cuenta, ya estás de vuelta en la acción.
El juego te da habilidades bastante chulas. Tienes el clásico dash, la capacidad de ralentizar el tiempo mientras saltas para esquivar balas, y una espada que es, sinceramente, una maravilla cuando consigues hacer esos cortes limpios en cámara lenta. A medida que avanzas, desbloqueas más habilidades que te permiten ser más creativo con la manera en la que te enfrentas a los niveles. Y aquí es donde Ghostrunner clava el concepto de "fácil de aprender, difícil de dominar".
Eso sí, la curva de dificultad es empinada. Los primeros niveles te hacen sentir poderoso, pero pronto el juego te enseña los dientes y empieza a exigirte una precisión casi quirúrgica. Te obliga a memorizar patrones, estudiar el nivel, planear tu ruta y ejecutar todo de forma casi perfecta. Puede ser increíblemente satisfactorio cuando encadenas un montón de movimientos fluidos y eliminas a un grupo de enemigos sin tocar el suelo, pero también puede ser frustrante cuando te quedas atascado en un punto difícil y mueres 20 veces seguidas.
El diseño de niveles está bien hecho, cada nuevo enemigo o habilidad que te sueltan mantiene las cosas frescas lo suficiente como para que no te aburras. Además, los checkpoints están bien distribuidos, lo que ayuda a que no pierdas demasiado progreso tras cada muerte.
La única pega real que se le puede poner a la jugabilidad es que a veces se siente un poco "demasiado" precisa. Hay momentos en los que la más mínima desviación de un salto o un dash puede arruinar todo, lo cual no sería problema si el control fuera siempre perfecto, pero ocasionalmente sientes que no tienes todo el control que te gustaría. Eso sí, es un problema menor en comparación con lo bien que se siente el flujo general del juego.
Si hablamos del apartado técnico, Ghostrunner es una auténtica pasada. Visualmente, el juego es un festín para los ojos, especialmente si te molan los escenarios cyberpunk llenos de neones y efectos futuristas. Los gráficos son de alta calidad, con una iluminación que le da vida a ese mundo distópico en el que te sumerges.
El rendimiento es bastante óptimo. En PC, si tienes una máquina decente, el juego va fluido como la seda. Además, es de esos títulos que aprovechan tecnologías como el ray tracing y el DLSS de NVIDIA. Con el ray tracing activado, los reflejos y sombras se ven impresionantes, aunque eso sí, necesitas una buena tarjeta gráfica para mantener un framerate estable. El DLSS ayuda bastante en este aspecto, permitiéndote disfrutar de los gráficos sin sacrificar rendimiento.
En consolas, especialmente en las de nueva generación, el juego también se luce. Corre a 60 fps sin despeinarse y los tiempos de carga son mínimos, lo cual se agradece en un juego tan rápido donde cada segundo cuenta. En la Playstation 4, puede que notes alguna caída de frames o tiempos de carga un poco más largos, pero nada que arruine la experiencia.
En cuanto a los controles, responden de maravilla. En un juego donde la precisión y el timing lo son todo, es crucial que los comandos se ejecuten al instante, y aquí Ghostrunner no falla. Tanto si juegas con teclado y ratón como con mando, los controles son intuitivos y fluidos, aunque puede que te tome un tiempo dominar todas las habilidades.
Los únicos peros podrían ser algunos bugs o glitches menores. De vez en cuando puedes encontrarte con alguna textura que no carga bien o enemigos que se quedan pillados, pero son casos aislados y no afectan gravemente al juego. Además, los desarrolladores han estado lanzando actualizaciones para pulir estos detalles.
La interfaz es limpia y minimalista, sin saturarte con información innecesaria. Te permite centrarte en la acción sin distracciones, lo cual es esencial en un título tan frenético.
Si hay algo que te atrapa en Ghostrunner desde el minuto uno, es su impresionante apartado artístico. El juego te sumerge en un mundo cyberpunk que, aunque pueda sonar familiar, está tan bien ejecutado que se siente fresco y emocionante.
La estética es pura esencia cyberpunk: rascacielos gigantescos que se pierden en la neblina, luces de neón parpadeando por todos lados, y una atmósfera oscura y agobiante que te hace sentir en una ciudad al borde del colapso. Los escenarios están llenos de detalles, desde carteles holográficos hasta cables y tuberías que cruzan las paredes, dándole credibilidad al entorno.
El diseño de personajes también es una pasada. Tu personaje, el Ghostrunner, tiene un aspecto que mezcla lo futurista con lo samurái, y luce realmente badass. Los enemigos, aunque no son los más variados del mundo, encajan perfectamente en ese universo de soldados cibernéticos y máquinas asesinas. Cada uno tiene su propio estilo, y visualmente sabes con qué te estás enfrentando.
Los efectos visuales durante el juego son espectaculares. Cada vez que haces un corte con la espada, hay una estela de luz que le da un toque muy molón. Cuando ralentizas el tiempo para esquivar balas, el efecto es súper fluido y te hace sentir como en una película de acción. Además, la paleta de colores juega mucho con tonos oscuros contrastados con neones brillantes, lo que le da esa vibra futurista tan característica.
Ahora, no todo es perfecto. Puede que en algunos momentos sientas que los escenarios se vuelven un poco repetitivos. Al fin y al cabo, estás en una torre gigante y la mayoría de niveles siguen esa línea estética. Habría estado guay ver más variedad en los entornos o quizás niveles con estilos visuales más diferenciados. Pero, en general, el diseño artístico consigue mantener tu interés y se siente coherente con la historia y la jugabilidad.
La banda sonora es simplemente brutal. Está llena de música electrónica y synthwave que encaja a la perfección con ese ambiente cyberpunk que el juego se trae. Los temas son pegajosos y potentes, y te meten de lleno en la acción que estás viviendo. Es de esos soundtracks que, después de jugar, te dan ganas de buscarlos en Spotify y escucharlos por tu cuenta.
La música no solo está ahí de fondo, sino que realza cada momento. Cuando la cosa se pone intensa, los beats suben y te sientes como si estuvieras en una rave futurista mientras esquivas balas y haces parkour por las paredes. La verdad es que la música te impulsa a seguir adelante, y es un gran motivador cuando estás atascado en una sección difícil.
Los efectos de sonido también están muy bien logrados. Cada corte de tu espada suena con contundencia, y los sonidos de los enemigos al caer añaden satisfacción a cada derrota. Los disparos, explosiones y efectos ambientales ayudan a crear esa atmósfera inmersiva. Incluso los pequeños detalles, como el sonido de tus pasos metálicos al correr o el viento al saltar entre edificios, aportan realismo al mundo del juego.
Las voces de los personajes, aunque no son el foco principal, cumplen su función. El Arquitecto y otros NPCs que te hablan durante el juego tienen voces adecuadas que transmiten la emoción o la urgencia del momento. No es que vayan a ganar un premio por actuación de voz, pero no desentonan y ayudan a darle contexto a la historia sin sacarte de la experiencia.
¿Ghostrunner ha innovado realmente o simplemente ha refinado cosas que ya existían? La verdad es que el juego no inventa nada, pero sí que logra combinar elementos conocidos de una manera muy fresca.
El juego mezcla parkour en primera persona, combate cuerpo a cuerpo y una dificultad tipo "un golpe y mueres", tanto para ti como para los enemigos. Si bien hemos visto parkour en primera persona en juegos como Mirror’s Edge, y el concepto de morir de un solo golpe en títulos como Hotline Miami, Ghostrunner logra fusionar estas ideas en un paquete cohesivo y fluido.
Una de las innovaciones más notables es cómo integra la velocidad y la precisión en la jugabilidad. No se trata solo de correr y saltar; tienes que encadenar movimientos, esquivar balas en el aire y planificar tus acciones en fracciones de segundo. El juego te obliga a entrar en un estado de "flow" donde todo tiene que salirte perfecto, y esa sensación es bastante única.
Ghostrunner ha tomado elementos de aquí y allá y los ha mezclado de una forma que pocos juegos han hecho antes. Así que, en mi opinión, sí ha innovado en cómo presenta y fusiona estas mecánicas para ofrecer una experiencia intensa y diferente.
La duración de Ghostrunner depende mucho de tu habilidad y de cómo decidas abordarlo. Si eres un jugador promedio y lo tomas con calma, disfrutando de cada nivel y muriendo unas cuantas (o muchas) veces, el juego te puede durar entre 7 y 10 horas. No es un juego largo, pero esas horas están llenas de acción intensa y adrenalina pura.
Ahora, si eres de los que se les da bien este tipo de juegos y tienes reflejos de gato, puede que lo termines en unas 5 o 6 horas. Pero ojo, eso significa que todavía vas a morir un montón, pero quizás no tanto como alguien que está empezando.
Por otro lado, si te metes en el mundo del speedrunning, Ghostrunner se convierte en otra cosa. Los speedrunners más dedicados pueden pasarse el juego en menos de una hora, lo cual es una locura si lo piensas. Esto se debe a que, una vez que dominas las mecánicas y conoces el diseño de niveles al dedillo, puedes encadenar movimientos y saltarte secciones de manera súper eficiente.
Ghostrunner es un juego que sabe exactamente lo que quiere ofrecer y lo hace con mucho estilo. No es perfecto, pero lo que hace, lo hace de maravilla.
La historia puede que no sea su punto más fuerte; es sencilla y sirve más como telón de fondo para justificar la acción. Pero donde realmente brilla es en su jugabilidad frenética y totalmente desafiante. Te obliga a ser preciso, rápido y a aprender de tus errores. Cada nivel es una prueba de reflejos y paciencia, y cuando consigues superar un tramo difícil, la satisfacción es enorme.
El apartado técnico y artístico es impresionante. Los gráficos son de alta calidad, con una estética cyberpunk que te sumerge de lleno en ese mundo futurista lleno de neones y sombras. La música electrónica y los efectos de sonido complementan perfectamente la acción, manteniéndote en ese estado de adrenalina constante.
En definitiva, si te gustan los desafíos intensos y una experiencia de juego que pone a prueba tus reflejos, Ghostrunner es un título que no deberías dejar pasar. No es un juego para todos, pero si estás dispuesto a aceptar el reto, te espera una aventura emocionante y llena de acción.