Análisis de Doom 2016 (Pc, Nintendo Switch, PS4 y Xbox One)

¡Vaya regreso el de Doom! id Software sabía que tenía que hacerlo bien, y vaya que lo lograron. Este reinicio de 2016 no se anda con rodeos: desde el primer minuto estás reventando demonios sin piedad. Nada de coberturas ni regeneración de salud; aquí todo es velocidad, disparos y metal a todo volumen. Es un guiño perfecto a los clásicos de los 90, pero con gráficos y mecánicas que se sienten frescas y brutales. Si alguna vez jugaste al Doom original y pensaste «ojalá esto fuera más sangriento», bueno, tus deseos se hicieron realidad. Y si nunca lo jugaste, esta es la mejor forma de entender por qué Doom es leyenda.

La historia de Doom no es lo que importa pero aún así está ahí para dar contexto al caos

¡La historia de Doom (2016) es un pretexto glorioso para que puedas desatar el caos sin remordimientos! Desde el momento en que el Doom Slayer despierta, sabes que no está ahí para hablar de sentimientos o crear alianzas. Marte está hecho un desastre, la UAC ha jugado con fuego (literalmente), y los demonios han montado su propia fiesta infernal. El trasfondo mitológico del Slayer es como una leyenda urbana: aparece, destroza y desaparece, dejando un rastro de destrucción y heavy metal. Es como si la historia te dijera: «Aquí está el escenario, ahora ve y haz lo tuyo».

Claro, personajes como Samuel Hayden y Olivia Pierce intentan darle algo de forma a la trama, pero la verdad es que nunca se roban el show. Es como ir al cine a ver explosiones y que te metan un poco de drama entre medio: agradable, pero no indispensable. La verdadera magia está en los detalles: los textos coleccionables que expanden el lore y las pequeñas pistas visuales sobre el pasado del Doom Slayer son joyas escondidas, aunque muchos jugadores las pasen por alto en medio del frenesí.

¿Lo mejor? Esta simplicidad se siente honesta. Doom (2016) no intenta ser algo que no es; sabe que su corazón está en la acción, y la historia está ahí solo para empujarte al siguiente enfrentamiento. Pero vamos, ¿qué importa cuando tienes una escopeta en una mano, un demonio enfrente y una banda sonora que te hace sentir invencible?

La jugabilidad de Doom es un espectáculo que te mantiene en movimiento y queriendo más

¿Qué hace que Doom (2016) sea tan adictivo? Su jugabilidad es un torbellino de acción que no te deja descansar. Desde el primer minuto, el juego te pone a prueba con hordas de demonios que te obligan a moverte y reaccionar como si tu vida dependiera de ello. Spoiler: depende.

Las armas son una pasada. Cada una tiene su propia personalidad y función, desde la escopeta que arrasa de cerca hasta el cañón Gauss, que hace que los demonios parezcan de papel. Pero lo genial es cómo el juego te obliga a usarlas todas. No es un «elige tu favorita y ya»; aquí, cada enfrentamiento te pide una estrategia distinta, y esa variedad mantiene la acción fresca.

Los niveles también merecen su aplauso. No solo están llenos de secretos que te tientan a explorar, sino que también aprovechan la verticalidad de una forma que pocos shooters logran. En serio, nada como encontrar un camino oculto que te lleve a una mejora justo cuando creías que habías visto todo.

Pero lo que realmente destaca es el ritmo. Es como una montaña rusa de acción y tensión. Cada combate te lleva al límite, te deja respirar por unos segundos y luego te lanza de cabeza a más caos. Y cuando crees que ya no puedes más, el juego sube la apuesta.

En pocas palabras, Doom (2016) es un recordatorio de lo que debería ser un shooter en primera persona. Es directo, brutal y tan divertido que no querrás soltar el mando. Si buscas algo que te mantenga al borde del asiento, este es el juego.

Doom demuestra que la potencia y la optimización pueden ir de la mano en un shooter frenético

¡El apartado técnico de Doom (2016) es una pasada! Desde el primer minuto, te das cuenta de que id Software no se anduvo con pequeñeces. El juego corre con el id Tech 6, un motor gráfico que parece haber nacido para este tipo de experiencias frenéticas. Lo mejor es que se las apaña para ofrecer un rendimiento espectacular, incluso si tu PC no es precisamente una nave espacial. Imagina estar rodeado de explosiones, demonios volando por los aires y toda la pantalla hecha un caos… y que el juego siga como si nada, manteniendo un framerate estable. Eso es algo que pocos juegos consiguen.

Visualmente, el nivel de detalle es brutal. Las texturas, los efectos de luz, las partículas que vuelan por todos lados: todo está tan bien calculado que te metes de lleno en el infierno de Marte sin siquiera pensarlo. Pero no todo es apariencia, ¡el diseño de niveles también hace su parte! Pasar de una sala claustrofóbica a un campo abierto lleno de enemigos es una transición tan suave que ni te das cuenta. Y, ¿los tiempos de carga? Súper bien medidos, aunque tengas un disco duro más lento que un caracol con resaca.

Hablando de controles, ya sea con teclado y ratón o con un mando, todo responde como un reloj suizo. Cada disparo, cada salto y cada interacción con el entorno se siente inmediato, casi como si el juego estuviera conectado a tus reflejos. Esto no es cualquier cosa en un shooter donde un segundo de retraso puede ser la diferencia entre aplastar a un demonio o ser aplastado.

Si tuviera que sacarle alguna pega, quizás sería que el juego depende bastante de la carga inicial de texturas. Si usas un disco duro más antiguo, podría tomarte unos segundos extra antes de que todo funcione al 100%. Pero oye, una vez que entras en acción, se acabaron los problemas.

Cuando lo comparas con otros shooters de la misma época, como Battlefield 1 o Overwatch, Doom (2016) brilla por su capacidad de equilibrar rendimiento y calidad visual sin sacrificar la sensación de velocidad. Técnicamente, es una obra maestra que todavía hoy se siente fresquísima.

Marte y el infierno nunca se habían visto tan vivos. Doom lleva el apartado artístico al siguiente nivel

El arte de Doom (2016) es algo que no se olvida. Desde las frías instalaciones de Marte hasta los retorcidos paisajes del infierno, todo está diseñado para que te sientas en un lugar donde no deberías estar. Y eso es justo lo que lo hace tan bueno.

Las bases de la UAC son como algo sacado de una pesadilla futurista: pasillos metálicos que parecen interminables, luces que parpadean como si estuvieran a punto de morir, y siempre hay un rastro de caos, ya sea una pared rota o manchas de sangre que te hacen imaginar lo que pasó ahí. Es frío, es funcional y te pone los pelos de punta.

Cuando llegas al infierno, es como si hubieran soltado a un grupo de diseñadores y les dijeran: «Haced lo que queráis, pero que asuste». Todo es fuego, estructuras imposibles y detalles que no dejan de sorprenderte. Parece un lugar vivo, donde hasta el suelo podría intentar tragarte. Es un contraste perfecto con las bases de Marte y hace que cada nivel se sienta como una experiencia única.

Lo que realmente llama la atención es el uso del color y la iluminación. Marte te hace sentir atrapado con sus tonos fríos, mientras que el infierno te abruma con sus rojizos y naranjas. Cada escenario tiene una atmósfera tan lograda que es fácil olvidarte de todo lo demás y simplemente admirar el trabajo puesto en el diseño.

Puede que algunas partes tecnológicas se sientan un poco repetitivas, pero es un detalle menor comparado con la inmensidad de lo que ofrece este juego. Al final, lo importante es que Doom (2016) te lleva a lugares que no podrías imaginar, y lo hace de una forma que no deja indiferente.

Si el infierno realmente se parece a esto, espero que al menos tenga tan buena iluminación.

La música de Doom no solo acompaña la acción te convierte en una máquina de destrucción

¡El apartado sonoro de Doom (2016) es un golpe directo a los sentidos! Desde los primeros minutos, sabes que el sonido va a ser tu compañero de batalla. La banda sonora de Mick Gordon no es solo música; es un arma más en tu arsenal. Los riffs de guitarra son como latidos que marcan el ritmo de tu matanza, mientras los sintetizadores te empujan a ir más rápido, a ser más despiadado. Y, sí, cuando la acción se descontrola, la música también lo hace, creando un caos perfectamente orquestado.

Los efectos de sonido no se quedan atrás. Cada arma tiene su propia «voz», y vaya que se hace notar. El estruendo de la escopeta o el chisporroteo del rifle de plasma te hacen sentir que estás manejando herramientas de destrucción masiva, no juguetes. Y los demonios, con sus gruñidos y chillidos, completan el cuadro: no solo los ves, los oyes respirar, moverse y morir. Eso le da una inmersión brutal al juego.

Pero el sonido no solo está ahí para impresionar. También es una herramienta. Esos ruidos al fondo, los ecos de un portal abriéndose, o el ruido de un Diablillo esperando, te hacen estar siempre atento. El diseño sonoro no solo embellece; también te prepara y te mantiene alerta.

En Doom (2016), el sonido es tan esencial como las armas o los enemigos. Es parte del ADN del juego y de lo que hace que la experiencia sea tan inolvidable. Así que sube el volumen, porque aquí el infierno suena como un concierto que no querrás perderte.

¿Doom (2016) ha innovado en algún aspecto?

Doom (2016) no es un juego que se obsesione con innovar. En lugar de eso, se centra en perfeccionar lo que ya conocemos y amamos de los FPS clásicos. Y, honestamente, ¿a quién le importa que no traiga mecánicas nuevas cuando la acción es tan buena? Este juego te lleva de vuelta a una época donde los shooters eran rápidos, intensos y sin complicaciones.

El movimiento constante, el arsenal variado y los niveles que te invitan a explorar lo convierten en una experiencia que se siente clásica y moderna al mismo tiempo. Las Muertes Gloriosas son un buen ejemplo de esto. Aunque no son una idea nueva, se sienten como una evolución natural en este contexto. Es brutal, es efectivo y, lo más importante, es divertido.

El punto fuerte de Doom (2016) no es la innovación, sino cómo ejecuta todo con una precisión quirúrgica. Es un juego que entiende lo que funciona y lo lleva al extremo. Cada pelea, cada explosión y cada momento de tensión están diseñados para mantenerte enganchado. Y, aunque no te sorprenda con nada nuevo, te deja con esa sensación de que los clásicos, cuando están bien hechos, nunca pasan de moda.

Si buscas un shooter que se sienta como un regreso triunfal a las raíces del género, Doom (2016) es justo lo que necesitas. No innova, pero sí perfecciona. Y eso, a veces, es mucho más difícil de lograr.

¿Cuánto dura Doom (2016)?

¿Cuánto dura Doom (2016)? La respuesta depende completamente de cómo decidas enfrentarlo. Si te dedicas solo a la campaña principal, centándote en abrirte paso entre demonios y llegar al siguiente objetivo, el juego te llevará unas 10 a 12 horas. Todo esto, claro, dependiendo del nivel de dificultad que elijas. Con su ritmo trepidante y su acción constante, las horas vuelan y antes de que te des cuenta, estarás enfrentándote a hordas infernales como si no hubiera un mañana.

Ahora, si eres de esos jugadores que necesitan explorarlo todo, buscando cada figura de Doomguy, cada runa y todas las mejoras posibles, el tiempo se alarga. Fácilmente podrías llegar a las 20 o 25 horas, o incluso más si te tomas tu tiempo para examinar cada rincón. Lo interesante es que estos secretos no son solo un capricho visual: te ayudan a mejorar tus armas, tu armadura y tus habilidades, así que vale la pena desviarse del camino.

El diseño de los niveles también ayuda. No te empuja a explorar, pero te da motivos para hacerlo. Una entrada oculta, un camino que parece inaccesible… siempre hay algo que despierta tu curiosidad. Y la recompensa nunca se siente vacía; cada coleccionable encontrado tiene un impacto tangible en tu experiencia.

Lo genial de Doom (2016) es que se adapta a tu estilo. ¿Prefieres ir a toda velocidad, disfrutando de una acción sin descanso? Adelante. ¿O eres de los que disfrutan encontrando todos los secretos? También es una opción. Este juego entiende que cada jugador es diferente y lo respeta al máximo.

Conclusión final sobre Doom 2016

¿Te gustan los shooters que no pierden el tiempo? Doom (2016) es justo eso: un golpe directo a los sentidos. Desde que empiezas, el juego no te deja respirar. Te lanza a un torbellino de disparos, explosiones y una acción que parece no tener fin. Es pura adrenalina, un viaje que combina jugabilidad clásica con un estilo moderno que lo hace sentir fresco y emocionante. Si buscas un shooter que sea directo, brutal y lleno de energía, este es el juego que necesitas. No hay excusas: coge el mando, sube el volumen y prepárate para enfrentarte a hordas de demonios. Te aseguro que después de esto, no verás los shooters igual.

Lo mejor de Doom 2016
  • Es un maldito festival de acción.
  • La banda sonora es puro metal infernal.
  • No te deja respirar (en el buen sentido).
  • Es DOOM en toda su esencia.
  • Lo peor de Doom 2016
  • Faltaron más jefes épicos.
  • Poca personalización en armas y mejoras.
  • Nota final de Animus – Stand Alone

    Historia

    Jugabilidad

    Apartado Técnico

    Apartado Artístico

    Apartado Sonoro

    8.8

    Nota Total

    Perfil
    Amante de los Videojuegos

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

    Scroll al inicio