Hoy toca hablar de un videojuego que, en términos generales, me ha fascinado por lo bueno que es. Wolfenstein: The New Order es uno de esos juegos que te recuerda lo que era sentarse a jugar un buen shooter de antaño, pero con una vuelta de tuerca moderna. Desarrollado por MachineGames y lanzado por Bethesda en 2014, es un título que combina la acción explosiva de disparos con una historia bien estructurada. La ambientación es brutal: un mundo alternativo donde los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial, y tú eres B.J. Blazkowicz, un tipo duro de los de toda la vida, encargado de derrocar al Tercer Reich con estilo.
En este análisis, vamos a charlar sobre varios temas: cómo se siente el gameplay, el diseño de los niveles, los personajes que te acompañan (y los que te quieren matar) y, claro, esa historia tan retorcida que te mete de lleno en una pesadilla distópica.
La historia de Wolfenstein: The New Order te agarra desde el principio y no te suelta, así de claro. Desde el primer momento, ya sabes que no es la típica narrativa superficial de un shooter donde solo importa disparar y ya está. MachineGames puso mucho cariño en construir un mundo alternativo y oscuro donde los nazis no solo ganaron la Segunda Guerra Mundial, sino que lo hicieron de manera brutal, con tecnología avanzada que les da una ventaja aplastante sobre el resto del mundo.
El juego empieza en los años 40, con B.J. Blazkowicz, el clásico soldado americano rudo y sarcástico, enfrentándose a un ataque a gran escala. Pero luego, ¡bam!, el tipo cae en coma y se despierta en los 60, en un mundo donde los nazis lo controlan todo. Y aquí empieza lo bueno: la historia te va mostrando poco a poco la desesperación y el control opresivo que tienen los nazis sobre el planeta. No es solo una excusa para pegar tiros a lo loco, sino que se toma su tiempo para mostrarte el impacto que tiene sobre la gente común, las pequeñas resistencias que quedan, y hasta las secuelas psicológicas de la guerra.
Lo interesante es que, aunque B.J. podría haber sido el típico héroe plano, el juego se las arregla para darle cierta profundidad. Tiene monólogos internos donde muestra el cansancio, el dolor, las dudas, y ese sentimiento de estar atrapado en un ciclo eterno de violencia. No es solo un matón con una ametralladora, el tipo carga con los horrores de la guerra a cuestas.
En cuanto a los temas que toca, no solo se queda en la superficie de "buenos contra malos". El juego explora cómo la tecnología puede ser usada para oprimir, y cómo el poder en las manos equivocadas puede corromperlo todo. También hay una reflexión sobre la resistencia: ¿qué pasa cuando la lucha parece imposible? Los personajes secundarios como Anya, que ayuda a B.J. a recuperar fuerzas, o los miembros de la resistencia, todos tienen su pequeño momento para brillar y añadir capas a la trama.
La narrativa está bien hilada, y aunque es un juego de acción, se da el lujo de incluir momentos tranquilos, casi reflexivos. Hay partes donde caminas por las bases, interactúas con los personajes y sientes esa pequeña chispa de humanidad, lo que hace que cuando la acción explote de nuevo, todo sea más intenso. Incluso los villanos están bien construidos; el general Deathshead es un maldito sádico, pero no es el típico malo genérico. Tiene su propia visión de cómo debe ser el mundo, y lo peor es que, dentro de su locura, todo tiene una lógica retorcida.
Una de las críticas que se le puede hacer es que, a pesar de que la historia está muy bien construida y tiene momentos emocionales fuertes, a veces se siente un poco predecible. La clásica narrativa del héroe solitario que se enfrenta a una fuerza casi imposible es algo que hemos visto mil veces. Además, el juego se enfoca tanto en B.J. que algunos personajes secundarios, que podrían haber sido más interesantes, no se desarrollan lo suficiente. A veces te quedás con ganas de saber más de la resistencia o de los villanos.
Resumiendo, la historia de Wolfenstein: The New Order está sorprendentemente bien desarrollada para ser un shooter. Es profunda en los temas que trata, te hace reflexionar sobre el poder, la resistencia y la humanidad, mientras que sigue siendo un juego donde puedes destrozar robots nazis con lanzallamas. Es una mezcla rara, pero funciona de maravilla.
Cuando te sientas a jugar Wolfenstein: The New Order, lo primero que notas es que la jugabilidad tiene esa mezcla perfecta entre lo clásico y lo moderno. ¿Te acuerdas de los viejos shooters donde podías cargar con un arsenal completo y no había eso de esconderse para regenerar vida? Bueno, este juego agarra esa idea y la moderniza lo justo y necesario para que no se sienta anticuado, pero manteniendo el sabor old school que le da personalidad.
El control de B.J. es fluido, sólido como una roca. Sientes el peso del personaje en cada movimiento, pero sin que se vuelva torpe. Puedes correr, deslizarte, disparar en movimiento, y todo responde a la perfección. La mecánica de combate es una gozada: tienes una variedad más que decente de armas, desde pistolas y fusiles hasta cosas más locas como armas láser, y puedes llevarlas todas a la vez. Nada de eso de "elige solo dos armas", aquí es pura diversión a la antigua.
Un detalle clave es el sistema de vida. No te vas a esconder detrás de una caja esperando a que tu vida se regenere como en la mayoría de shooters modernos. Aquí la vida se regenera un poco, sí, pero si quieres sobrevivir, tienes que andar buscando botiquines, armadura y munición. Eso le da un toque de tensión extra a los combates, porque te obliga a moverte y no simplemente acampar en una esquina. Es un estilo de juego más agresivo, más dinámico.
El combate está bien hecho, pero el sigilo, aunque es una opción, se siente un poco torpe. Muchas veces intentas ir en plan ninja, pero el juego no te lo recompensa lo suficiente o no está tan bien diseñado para eso. Hay momentos en que los enemigos te detectan de manera casi injusta, y te obliga a cambiar a la acción directa. Si bien puedes jugar en sigilo, no está tan bien pulido como debería, y a veces se siente más como un extra que como una opción viable.
El diseño de los niveles es otro punto fuerte. Son bastante abiertos dentro de lo lineal, lo que te da la opción de encarar las situaciones desde diferentes ángulos. Hay secciones donde te puedes colar por conductos de ventilación, otras donde puedes optar por el enfrentamiento directo o buscar rutas alternativas. Cada nivel está construido para que juegues con tus armas, con el entorno, y para que siempre tengas la opción de improvisar en medio del caos.
Otra cosa que destaca son las habilidades y mejoras. A medida que juegues, desbloquearás beneficios según tu estilo de juego. Si preferís el sigilo, hay mejoras para eso, y si sois más de la acción directa, también hay beneficios que potencian ese estilo. No es un sistema de progresión pesado ni complicado, pero le da ese toque de personalización que se siente bien sin ser abrumador.
En cuanto a la inteligencia artificial, cumple, pero sin ser nada del otro mundo. Los enemigos no son genios tácticos, pero tampoco son estúpidos. Te flanquean, usan coberturas, y si activan las alarmas, vienen oleadas de refuerzos que te obligan a pensar rápido.
Mira, gráficamente el juego se ve sólido, especialmente teniendo en cuenta que salió en 2014, en esa transición entre las consolas de la generación anterior y las más recientes. Usa el motor id Tech 5, que para su época ofrecía una buena mezcla de texturas detalladas, efectos de iluminación y entornos bien construidos. No es el juego más vistoso en comparación con títulos más recientes, pero tiene una estética que pega perfecto con su mundo distópico. Las ciudades controladas por los nazis y las instalaciones científicas llenas de tecnología avanzada se ven brutales y coherentes con la narrativa.
Aunque Wolfenstein: The New Order es generalmente estable, no está exento de ciertos problemas de optimización, especialmente en hardware más modernos. A veces, los motores antiguos como el id Tech 5 no se llevan del todo bien con las tarjetas gráficas más actuales, lo que puede generar caídas de FPS inesperadas, incluso en equipos que, en teoría, deberían manejar el juego sin despeinarse.
Algunos jugadores con tarjetas gráficas potentes también han reportado problemas similares, y esto podría deberse a una falta de optimización específica para los hardware modernos. Este tipo de cosas suelen ser más comunes en títulos más viejos que no han recibido actualizaciones para las configuraciones de las GPU más nuevas. Cosas como picos de carga en ciertos momentos o cuando hay muchas explosiones en pantalla pueden afectar el rendimiento, aunque el juego se sienta fluido en la mayoría de las situaciones.
Ahora, en cuanto a los bugs, Wolfenstein: The New Order está bastante pulido, pero no es perfecto. Puedes encontrarte con algún que otro problema menor, como enemigos que se quedan atascados en el entorno o texturas que tardan un poquito en cargarse. Pero nada que rompa la experiencia o que te saque de la inmersión.
El apartado artístico de Wolfenstein: The New Order es una de esas cosas que merece una ovación. El juego es visualmente brutal, no tanto por ser el más realista o impresionante gráficamente, sino porque logra crear una estética coherente y atrapante que se siente única. El diseño de escenarios, los personajes, y hasta los detalles más pequeños, como las armas y los carteles propagandísticos, te meten de lleno en este mundo alternativo distópico.
Primero, los escenarios. Arrancas en un mundo donde los nazis ganaron la Segunda Guerra Mundial, y te das cuenta rápidamente de que esto no es un simple "qué hubiera pasado si…". El diseño de niveles y ambientes refleja una visión muy deprimente del mundo actual. Tienen ese toque frío, casi industrial, con ciudades que parecen grises, llenas de concreto y acero. Las calles están plagadas de propaganda nazi, robots gigantes y soldados por todos lados, lo que te hace sentir como si estuvieras atrapado en una pesadilla futurista que jamás termina.
Las instalaciones científicas y los laboratorios tienen un diseño que mezcla lo retro con lo futurista de una manera muy interesante. Estás en los años 60, pero con tecnología muy avanzada, lo que crea una combinación de estéticas que no solo es visualmente atractiva, sino que también te ayuda a sumergirte más en la historia. Todo se ve funcional, práctico, pero también con ese aire de opresión constante. Los detalles de las máquinas, las armas robóticas, los mechas gigantes… todo tiene una coherencia interna que te hace pensar: “Sí, este es el mundo donde los nazis han llevado la tecnología a un nivel aterrador.”
El diseño de personajes también es digno de aplauso. B.J. Blazkowicz es el típico héroe rudo, pero tiene una evolución visual que va de la mano con su carácter. No es solo el tipo musculoso, sino que a través de las cicatrices, la mirada cansada y su expresión, te das cuenta de que está agotado, tanto física como mentalmente. Y los personajes secundarios, como Anya o los miembros de la resistencia, también tienen un diseño muy humano, lo que los hace creíbles dentro de este contexto apocalíptico.
Los villanos, por su parte, son un espectáculo. Deathshead, el antagonista principal, tiene un diseño que grita "sadismo" desde el primer momento en que lo ves. No necesita tener un aspecto excesivamente monstruoso para intimidar, es más bien su aura de control, de alguien que disfruta experimentando con la vida humana como si fueran piezas de ajedrez. Los comandantes y los soldados nazis también tienen un diseño que mezcla lo militar con la ciencia ficción de una manera que no se siente exagerada, pero sí aterradora.
Finalmente, los pequeños detalles en el arte también son notables. Los posters de propaganda nazi que ves en las paredes, las banderas gigantes ondeando en las ciudades, las pantallas de televisión mostrando discursos propagandísticos, todo suma para crear ese ambiente donde no hay escape. Cada rincón está pensado para hacerte sentir incómodo, para recordarte que el mundo está bajo el puño de hierro del Tercer Reich.
Hablemos del apartado sonoro de Wolfenstein: The New Order, porque este juego no solo te entra por los ojos, sino también por los oídos, y de una manera que te mete de lleno en su historia. Primero, la banda sonora, compuesta principalmente por Mick Gordon, ese genio detrás de la música de DOOM. Aquí hizo un trabajo espectacular al crear una mezcla de rock industrial, guitarras potentes, y algunos momentos más atmosféricos que le dan el toque justo al juego.
La música no está siempre presente, pero cuando aparece, te levanta la adrenalina al máximo. Especialmente en los momentos de acción, cuando te enfrentás a hordas de nazis y la cosa se pone caótica. De repente, las guitarras empiezan a rugir y es como si todo se sincronizara. Te sientes como una máquina imparable, listo para romper todo a tu paso. Esa es la magia de la banda sonora: te empuja a seguir adelante, a no bajar la guardia, pero sin ser invasiva. Nunca te satura, y sabe cuándo tomar un paso atrás en los momentos más tranquilos o tensos, dejándote respirar un poco antes de que el caos regrese.
Ahora, hablemos de las voces, porque aquí también se lucen. Brian Bloom, que da vida a B.J. Blazkowicz, hace un trabajo increíble. El tipo no solo tiene una voz grave y poderosa que encaja perfecto con el personaje, sino que también transmite esa carga emocional que lleva B.J. encima. Tiene monólogos internos en los que reflexiona sobre lo que significa estar atrapado en una guerra interminable, y ahí es donde la actuación de voz realmente brilla. Puedes sentir el peso de todo lo que ha vivido, y eso añade mucha profundidad al personaje.
Y los villanos, ¡uff! Las voces de los nazis son escalofriantes, pero en especial Deathshead. Su tono calmado pero sádico te pone la piel de gallina. No necesita gritar para intimidarte; su voz controlada y casi indiferente hacia el sufrimiento ajeno es lo que lo hace tan aterrador. Es un villano que disfruta con lo que hace, y eso se refleja perfectamente en su actuación de voz.
Otro detalle es el sonido de las armas y el ambiente. Cada disparo se siente contundente, con un peso que te hace sentir el poder de lo que estás usando. Ya sea que estés disparando con una simple pistola o con un arma láser, el sonido está diseñado para que se sienta impactante. Y el entorno también tiene su protagonismo. Los pasos retumban en los pasillos metálicos, las explosiones hacen eco, y los robots nazis tienen ese zumbido mecánico que te pone en alerta antes de que los veas.
Sin duda, el apartado sonoro de Wolfenstein: The New Order es una parte crucial de lo que hace que el juego sea tan inmersivo. La banda sonora de Mick Gordon es una bestia que sabe cuándo subir la intensidad y cuándo dejarte respirar. Las voces de los personajes, especialmente la de B.J., añaden una capa emocional que eleva la narrativa, y el diseño de sonido de las armas y el ambiente es pura potencia. Todo está cuidadosamente pensado para que te sientas dentro de este mundo distópico, y se nota que le metieron mucho amor a cada aspecto del sonido.
Entonces, ¿ha innovado? La respuesta corta es: no, no ha innovado en el sentido de introducir nuevas mecánicas revolucionarias o tecnologías que cambien el curso de los videojuegos. Wolfenstein: The New Order se apoya en fórmulas clásicas, tanto en su historia como en su jugabilidad, apartado técnico y sonoro, y las ejecuta de manera excelente. Es más una celebración de los viejos shooters que una evolución de ellos. Pero lo importante es que MachineGames supo combinar lo mejor de esos elementos tradicionales para crear una experiencia súper entretenida y, sobre todo, que se siente bien hecha de principio a fin.
Así que, si te esperabas algo que rompiera moldes, quizás no sea el caso. Pero si buscabas un juego que hiciera bien todo lo que tenía que hacer, Wolfenstein: The New Order cumple con creces. A veces, no hace falta innovar para hacer un juegazo; basta con hacer que lo conocido se sienta mejor que nunca.
Si sos de los que se tira de cabeza solo a por la historia principal, sin distraerte demasiado con los detalles o coleccionables, el juego te puede durar unas 10 a 12 horas más o menos. No es un juego exageradamente largo, pero tampoco es un shooter que se termine en un par de sentadas. Te da el tiempo justo para que disfrutes de su narrativa y de los combates sin que sientas que se está alargando innecesariamente.
Ahora, si sos de los que le gusta explorar un poquito más y hacer algunas de las actividades secundarias, como buscar coleccionables, leer notas y documentos que amplían la historia, o incluso rejugar algunas secciones con diferentes enfoques (porque el juego te permite tomar decisiones en algunos puntos clave), entonces ahí puedes estirar más la aventura. En este caso, te puede llevar entre 17 y 20 horas fácilmente, dependiendo de cuánto te quieras enredar buscando cada rincón del mundo alternativo nazi. No es que tenga un montón de misiones secundarias al estilo de un RPG, pero hay pequeños detalles que te invitan a explorar más, y si te gusta empaparte del lore, esto te suma algunas horas.
Si me preguntas qué me ha parecido Wolfenstein: The New Order a rasgos generales, te diría que es uno de esos juegos que, aunque no innova a lo bestia, sabe exactamente lo que quiere ofrecer y lo hace de manera excelente. Es como cuando te juntas con un amigo de toda la vida que siempre tiene historias que contar: puede que ya te sepas el tipo de anécdota que va a soltar, pero te la cuenta tan bien que no puedes dejar de escuchar. Así es este juego, una experiencia que agarra una fórmula conocida —la de los shooters clásicos— y la lleva a cabo con tanto estilo y cariño que te engancha de principio a fin.
Wolfenstein: The New Order es un juegazo si lo que buscas es una aventura intensa, bien narrada y con acción a raudales. No trata de ser el próximo juego que revolucione el género, pero lo que hace, lo hace muy bien. Si sois fan de los shooters, es una experiencia que definitivamente tienes que vivir. Puede que no sea perfecto, pero lo disfrutas de principio a fin, y cuando terminas, te queda esa sensación de haber jugado algo épico y memorable. Es como un buen plato de comida casera: no es el más sofisticado, pero te llena y te deja satisfecho.